SINOPSISUn cuerpo vivo que se cambia por un cadáver. Una piscina. Un flash. El pantano. Y los mellizos, que comparten un secreto del que no parece fácil escapar. Como un murmullo bajo la tierra centenaria, la indiferencia adolescente se puede ver truncada por la calma del agua; apenas un instante dentro de aquella noche que suda veneno. Familia, recuerdos, pasado. Hormigas. Las raíces escondidas que siempre están presentes y tan activas: apretando el músculo de la sentencia. Como el pulso a dos manos que obliga a soluciones suicidas. Como el cordón umbilical que une y separa, que ata y aprieta. Hasta la muerte. Hasta la culpa. Dos veranos son suficientes para que la parcela del valle se convierta en el escenario de una perfecta tortura emocional.http://www.saltodepagina.com/libro/subsuelo-93/
OPINIÓNA nadie importa dónde se encuentran los muertos, el dolor y la pérdida inflama los sentidos y surge la supervivencia, el instinto primario que regurgita ese “yo” que no ha sido domado por la sociedad. Y mientras las hormigas tejen entramados milenarios bajo nuestros pies, en ciudades subterráneas que no llegamos a imaginar, en la superficie el hombre es un lobo para el hombre.«Ahora no están. No hay rastro. Nada. Ni siquiera una. Ni siquiera la más descarriada y subversiva. Nada. No están. No se ven. Desde la galería apenas intuyen la mitad de lo que está sucediendo.Fabián piensa Lo que no se ve no existe. Y también que probablemente duerman durante el día. Y que probablemente lo hagan sabiendo que van a morir. Aunque no sepa por qué piensa eso.»
Isabel del Río
Agosto 2017