SINOPSISUn esperpéntico secuestro en una cafetería de Bogotá, un paranoico espionaje a tres excarpinteiros en una parroquia gallega, un hotel en la frontera colombo-ecuatoriana, un festival de cine en el Sáhara, un acto zapatista en el Zócalo del D. F., una encrucijada en la embajada de Corea del Norte en México. Son algunos de los escenarios en los que transcurren los relatos de Tantas mentiras. Textos escritos desde los márgenes, donde el narrador, con propósitos hilarantes pero consecuencias trágicas, se ofrece al lector como un observador metomentodo de circunstancias aparentemente insignificantes. El resultado es la crónica fragmentada del encuentro entre las propias vivencias del narrador y las vicisitudes de sus prójimos —tan extraños como cercanos— con los que se va encontrando en su obstinado deambular. «¿Cómo otorgar coherencia a los copiosos absurdos de la vida?», se pregunta el escritor Juan Villoro. En Tantas mentiras se trata de buscar respuesta para huir —o refugiarse en un baño— cuando se está a punto de resolver el enigma; apología de la contradicción como única forma de integridad. Relatos ceñidos a los acontecimientos narrados, incluidas las partes fantasmagóricas que deforman su recuerdo. Una capa de realidad por la que invitamos a los lectores a pasear. Y ríase quien pueda.Principio del formularioFinal del formulario
OPINIÓN“Tenga cuidado con las apariencias, a veces no engañan”.Tantas Mentiras de Paco Inclán es la primera novela de la editorial Jekyll & Jill que cae en mis manos y ya puedo decir que, si siguen apostando de esta manera por la originalidad y las letras con significado, me voy a convertir en una de sus lectoras más fieles.“Paradójicamente, el primero en perder los nervios ha sido un monje budista que, en inglés tibetano, ha soltado una serie de improperios que no he logrado entender del todo”.Como reza el subtítulo de la obra: se trata de una antología que recopila “doce actas de viaje” y la “primera novela” del autor. Todo hay que decir, que a Inclán hay que leerlo entre líneas y buscar el doble sentido a sus juegos lingüísticos. Sí, nos habla de viajes físicos alrededor del globo, pero también de viajes morales, históricos, sociales e incluso antropológicos. “Trabajo, me pagan por ello, en lo que he hecho toda la vida: beberme los bares, departir con sus feligreses, pero esta vez embadurnado de la retórica postmoderna del arte”.La ironía es uno de los puntos clave del libro, un tono de humor un tanto sarcástico y negro que hace hincapié en la realidad que obviamos, así como en los propios vicios y defectos. Nos encontramos ante una recopilación de realidad cómica que nos muestra la crueldad de la indiferencia, el juego de la política, las dobles caras de un mismo rol y la humanidad en estado puro.
Isabel del Río
Noviembre 2015