Aquí vengo con el primer libro de esta nueva etapa de "Te reseñamos" y la cosa no podría haber comenzado mejor. Pétalos de papel es un libro bien escrito, bonito, dulce y lleno de sueños y mundos.
Necesitaba evasión y un tomo sin título ni autor ni sinopsis, abandonadoallí a su suerte, me pareció la idea más apropiada. De algún modo incluso parecía
llamarme. Gritarme desde sus páginas amarillentas y envejecidas, susurrar mi nombre
con cadencia melodiosa.
en las historias que pudiese contarme. Y entonces...
Entonces había caído. El duro suelo me recogió en un callejón. Creo que me hice daño. El aullido de un lobo, la respiración de una bestia de rostro deformado en mi cara.
Amyas, capital de Albion. Dicen que todos los días llega al reino al menos un nuevo visitante...
Todo tiene un orden impuesto en ese país inalcanzable: los nobles dictaminan sus normas escondidos tras sonrisas fingidas y bailes a medianoche. Los extranjeros, personajes alejados de las páginas de sus libros, están condenados a servirles. La sociedad ahoga y esclaviza sin que nadie se rebele contra ella.
Ante todo, Pétalos de papel es un regalo, un regalo a los libros, al amor y a los deseos.
Otra voz desconocida. Una vez más prefiero no escuchar. "No existe", me repito.
Sé que me moví como en un sueño por entre las altas estanterías. Sé que nadé por los pasillos a cámara lenta, suspendida en las sensaciones del momento. Todo dejó de
importar en ese instante. Me quedé solo con el olor a sabiduría. A aventura. El sabor de las palabras que quería leer en mi lengua. El tacto de los lomos contra las puntas de mis dedos mientras paseaba sin rumbo por lo que para mí es algo más que "una simple librería". Más de lo que ellos entenderán jamás.
Pero empecemos por el principio, Ilyria Blackwood tiene 18 años, un padre que quiere decidir su destino y una pequeña librería que le sirve de bálsamo, de santuario, de vida. Tras una discusión con sus padres, va a buscar refugio a su librería y allí, buscando consuelo en las palabras, acaba transportada a Albion. Nada más llegar es recibida por un hombre lobo y un misterioso hombre que devuelve al hombre lobo a su lugar, a su libro, a su historia. Tras eso el misterioso hombre de ojos morados y cabello cobrizo la ayuda y la lleva a su hogar, en él, Ilyria conocerá a la pequeña Charlotte, al amigable mayordomo Yinn y a la institutriz Ángela.
El misterioso hombre no es otro que el conde Marcus Aberlain, misterioso donde los haya y lleno de un sinfín de sombras y pesadillas que le atormentan.
Primero los guantes, para ocultar al mundo mis manos manchadas de sangre. Después la camisa, para esconder los latidos de mi corazón. A medida que me abrocho los botones, retomo la calma y vuelvo a tener las riendas de la situación, poniéndome la máscara y agazapándome tras su sólida consistencia, escapando así de los golpes del mundo en el que vivo. Que nadie sepa mis secretos. Que nadie se hunda en mis ojos.
Ilyria y Marcus no tardarán en chocar, pues mientras Marcus intenta devolverla a su hogar, deberán convivir y en esa convivencia descubrirán que no sólo son dos polos opuestos, sino que los polos opuestos se atraen.
Ni siquiera soy realmente consciente del momento en que mis manos se alzan y derraman el té sobre él con brusquedad, sin darle tiempo a reaccionar ni separarse.[...]
Me levanto y lo observo, apretando los labios, los dientes.
-¡¡Eres un insensible, Marcus Abberlain!! -Le espeto, olvidándome de esa tregua momentánea que hemos tenido hasta ahora-. ¿Sabéis qué os digo, a tus modales y a ti?
¡Que podéis meteros las capas de ropa por donde os quepan! ¡Buenos días!
Me giro sobre las puntas de mis pies y salgo, airada, de la estancia.
Si piensa que algún día agacharé la cabeza a sus órdenes de engreído niño rico, está loco.
El libro está narrado en primera persona alternando capítulos entre los dos protagonistas, cosa que le da al libro un toque ameno, de fácil lectura y cambiante; pues mientras Marcus es muy poético y correcto, Ilyria es un huracán que arrasa allá donde va.
Está muy bien escrito, con mucha dulzura, con un toque de magia, parece que cada palabra está puesta ahí por un motivo, para acariciarte. Tengo marcadas muchísimos párrafos, infinidad de letras.
Es fácil olvidar cuando te pones en manos de la música.
Las notas se lo llevan todo. La melodía, como siempre, me envuelve y me acuna entre sus brazos invisibles. Sí, es sencillo sentir que solo existimos ella y yo. Que como amantes indiscretas nos apartamos del mundo para prodigarnos caricias de las que solo nosotras seremos conscientes. Si he de amar a alguien algún día, estoy segura de que será a ella. Nunca nadie me ha tocado con la delicadeza y la ternura con la que lo hacen
las notas.
Suspiro.
La historia es preciosa, te acuna página a página y sientes como si los pétalos realmente te acariciasen a ti. La ambientación está muy bien lograda, con descripciones que te hacen oler el aroma que se respira, sin hacerse pesadas ni tediosas, ya que lo explican todo de una forma tan bonita, que el libro en sí parece una poesía, una oda: una oda a los libros, al amor, a las palabras, a los besos y a las letras.
Las estrellas murmurarán sobre besos capaces de estremecer el firmamento; nuestras palabras ni siquiera ellas las sabrán. Mueren en nuestros suspiros. En nuestras respiraciones perdidas. En nuestros latidos. Rechazan palpitar contra la piel para hacerse eternas en nuestra mirada.
En el libro también encontraréis un malo malísimo, una bruja piruja y un trato "racista" hacia los "extranjeros", aunque de esa parte no quiero desvelaros nada y espero que lo descubráis vosotros mismos perdiéndoos entre sus páginas.
Si tuviera que ponerle algún pero, sería que al principio Ilyria me parece demasiado obcecada en que todo es un sueño, repitiéndolo demasiadas veces. También me ha chirriado que todo transcurre en un espacio de tiempo no demasiado largo y que en ocasiones uno de los protagonistas da por supuesto (acertadamente) lo que está pensando o sintiendo el otro.
Pese a estos puntos, la historia atrapa, engancha (llegué a quedarme leyendo hasta las 6 de la mañana) y es que como ya he dicho está escrito con un toque de magia, porque pasas páginas sin percatarte del tiempo (unos lo llaman relatividad, yo lo llamo magia).
El final me ha dejado patidifusa y me he quedado con muchas ganas de leer su continuación, Pétalos Marchitos, que saldrá dentro de nada.
A los pro-papel deciros que en breves podréis adquirir Pétalos de Papel en papel, valga la redundancia.
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