Revista Diario

Respeta mi fe: entre la libertad y las consecuencias

Publicado el 03 agosto 2017 por Decorarmonia Priscilla Locke @decorarmonia

Para variar, nuevamente surge un #TT en Twitter a propósito de un grupo que se siente ofendido por algo. No he podido evitar involucrarme en la conversación, evitando poner el hashtag para no hacer demasiadas olas. Ni siquiera voy a explicar aquí los detalles de lo que sucedió. El asunto es un colectivo que exige respeto y censura hacia expresiones artísticas (?) ajenas.

El asunto de este hashtag en particular es la fe. El pedirle respeto a todos, para mi fe, es totalmente innecesario, y voy a intentar a explicar el por qué.

La fe como vivencia personal

Según su etimología, la palabra fe se deriva del latin fides, confianza, con fe. La fe espera ciegamente, pues confía. Para desarrollar esa confianza, es necesario conocer al ente en el cual depositamos nuestra confianza. La confianza nos la da el conocimiento, la información. No puedo confiar en lo que no conozco. ¿Cómo podría tener fe en algo con lo cual no tengo relación ni interacción?

La fe se desarrolla de forma diferente en cada quién. Algunos aceptan las doctrinas heredadas, otros, buscan en otras culturas o etapas de la historia, algo que despierte el interés suficiente para que nazca la fe. Así hay apostatas e iniciados en otros cultos, hermandades o cofradías, en otras palabras, otros grupos con otras ideologías diferentes a las de la mayoría.

Como la fe es personal, es inaudito imponer una fe a los demás. Un conjunto de ideas que contradice las mías no debería siquiera esperar de mí su atención. Mi atención está en lo que me gusta, y así debería ser para todos. Vivo mi fe que es diametralmente opuesta a la fe en la que fui bautizada. No puedo rendir mi confianza a un dios que no me empatiza ni simpatiza. Un dios celoso que se impuso y transmitió estas ideas de monoteísmo desdeñando la válida opción de adorar a otros dioses. Es ahí donde falla la campaña Respeta mi fe, pues le hace falta el respeto a la libertad de cultos de los demás.

El cristianismo no respetó las creencias paganas. El cristianismo ha matado, en nombre de un dios tan improbable como los otros muchos dioses de las otras culturas. Solo recuerden eso amigos cristianos. Pueden vivir su fe, pero no traten nuevamente de mandarnos a hogueras, que gracias a los dioses, se han transformado simplemente en ataques por redes sociales de los grupos católicos fundamentalistas que tuitean fervorosamente pretendiendo imponer su fe, pidiendo respeto. Por ello no es propio pedir respeto cuando históricamente han destruido templos y altares paganos a lo largo y ancho del mundo. Las cruzadas arrasaron con cualquier dios diferente al elegido por aquel romano, con fines políticos, pura conveniencia. Religiones ancestrales, el vudú, la santería, la brujería, todas son condenadas por el cristianismo. Por el crimen de adorar a otras deidades.

La libertad de expresión incluye la libertad de parodiar

Parodiar, burlarse, incluso, incluye la libertad de pintar a los curas desnudos, en masturbación compulsiva y disfuncional. Sí. Quién pintó ese feo retrato seguramente buscaba protestar contra la pederastia establecida tras las sacristías. Sí, es repugnante pensar que hay seres tan malvados como para aprovechar ese aura pre fabricada de santidad y autoridad, la usan para abusar de un inocente, mancillando su intimidad y traumándolo de por vida. Es criminal. Pero no habrá impunidad. Hay una justicia superior que pondrá en su lugar a esos asesinos de inocencia. Como es algo Superior, no debo preocuparme.

Pero detengámonos en la obra en sí. Un dibujo crudo, tal como lo que ocurre en conventos, monasterios y retiros cristianos. Ha sucedido y sigue sucediendo. Por ello, el dibujo podría ser valido. ¿Podría?

Provocación es atracción

El provocar a grupos fanáticos tiene consecuencias. La crítica es mal interpretada —no creo que un cristiano promedio acepte y apoye la pederastia, solo hacen oídos sordos que es algo parecido, mas no deberíamos condenarlos por ello. Esperemos que ellos despierten.— El asunto es dejar de sentirnos jueces condenando a amigos católicos, llamándolos “ovejas” o algo parecido. Ellos están viviendo sus procesos. El sacarse una doctrina de la cabeza puede ser más difícil para algunos, incluso traumático. Igual que con los curas pederastas, nuestros amigos católicos que lo siguen siendo, tendrán sus razones de fe para seguir creyendo. Es algo personal donde nadie debería intervenir, juzgar, criticar o burlarse. ¿O si?

De nuevo, el derecho de burlarse siempre está ahî, es una parte de la libertad de expresión. Sin embargo, no hay que olvidar que toda acción acarrea una consecuencia, y las burlas y críticas hacia los demás no serán recibidas con algarabía. Siempre habra resistencia, egos lesionados, actitudes sectarias e incluso violentas. ¿Para qué alborotar un avispero?

¿Recuerdan lo que pasó con los dibujantes de revista Charlie Hebdo? ¿O con el editor de Pancho Jaime? Si, hay gente muy psicópata que se enoja mucho cuando les contradicen. ¡No las atraigamos! A menos que tengamos vocación de mártir, un mártir por la “libertad*” de expresión. Y como aquello es bastante sangriento, solo exacerba la violencia y lo peor de los grupos sectarios, no hay utilidad práctica ni kármica ni de ningún tipo. * Ejercer esa libertad de expresión en realidad es libertinaje. Pues es actuar sin medir las consecuencias.

Es hora de que tomemos responsabilidad de nuestras emociones sin exigir a los demás absolutamente nada. Ni respeto a la fe ni libertinaje de expresión.

Que no te importe lo que piensan los demás

Nuevamente, uno de mis mantras salta como tabla de salvación cuando se navega en redes sociales. Un dibujo es ofensivo en proporción de lo que me interese la opinión de los demás. Si la opinión de los demás me contradice, y yo me ofendo, el problema es mío, no de los demás. Si me deja de importar la opinión de los demás, soy libre, independiente de lo que otros hagan. Libre para pensar, vestir, vivir como me da la gana, sin exigir respeto de parte de otros, ni aprobación ni aplausos.

Vive y deja vivir

Dejarle los juicios a la justicia divina y abstenerse de provocar. Vivir de forma pacífica, siendo amables con todos sin importar que sus idearios contradigan a los propios, pues es de gente civilizada y de consciencia despierta, el llevar la fiesta en paz, adaptándose a reglas de convivir y siempre atentos al bien común.

© 2017, Pitonizza Punto Com. Licencia de uso: Atribución-SinDerivadas CC BY-ND

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