Léon Herschtritt, Amoureux de Paris, 1960
Acaricio tu voz con mi aliento.
Retumban en mi memoria
Tus registros vocales
Como si fueran cantos sagrados
De una tribu libertaria y ancestral.
O el sonido de mágicos tambores
Cuyos ecos repercuten
En la tierra nueva, compacta,
Sólida, fértil y húmeda;
Emanando vapores que dieron origen
A tu alma y la mía,
Ese primer día del primer ciclo
De la gran página en blanco
Que hoy despilfarra colores,
Fracciones, notas
E interrupciones gráficas.
Tiemblo sin remedio,
Ante esta incauta invasión
Que el viento de enero trae,
Junto a fragmentos tuyos próximos y pasados.
Tu sangre diluida en el néctar del tiempo
Inyecta mis despertares mañaneros
Y siembra de largas interrupciones
La utópica continuidad
Del descanso nocturno.
Pequeñas muertes plomizas
Atentan contra el derribo
De las palabras convertidas en sonetos,
Nacidas en el rincón de los atrevimientos
Donde habitan los felices inocentes
Y obcecados soñadores.
Resplandor de estelas cómplices
Que hoy navega desorientado
Entre notas verdes y azules,
Y que cada tanto encalla
En las periferias de esta piel desgastada
Encendiendo las luminarias de mis poros,
Regando de vanidades al deseo
Y multiplicando los pasos de tus dedos
Que acarician sin cesar, piedad o consuelo
Los vestigios de mi memoria.
Patricia Lohin