Ya los dioses se congregan y dicen unos a otros:— ¿ Quién ha de habitar allá? ¡ Los cielos se han estacionado: el señor de la tierra inmóvil está! Se pusieron afligidos la diosa de falda de estrellas y el dios de luz solar reluciente; el que manda en las costas , el que sale en lugar de otros, el que da consistencia al mundo , el que mueve la azada de labranza , el dios de plumas preciosas , y aquel de quien somos esclavos .
Pero ya va Quetzalcóatl donde reina el dios de la muerte. Cuando llega ante el señor de los muertos y la señora de los muertos, les dice:— ¡ He venido yo! ¡ Tú guardas preciosos huesos! Vine a tomarlos.Y dijo el rey de la región de los muertos:— ¿Qué vas a hacer con ellos, Quetzalcóatl?—— Dolientes están los dioses, porque dicen: ¿ Quién ha de habitar en la tierra? Y Mictlantecuhtli dice:— ¡ Bien está! Tañe primero mi caracol y da cuatro vueltas en torno de mi solio circular hecho de
esmeraldas.Pero el caracol no tenía perforación para asirlo. Llama luego Quetzalcóatl a los gusanos: al punto lo perforaron. Entraron allí al instante las abejas y los avispones. Y se ponen a tañer todos soplando en el caracol.Oyó el rey de la región de los muertos al caracol que tañía. Y dijo a Quetzalcóatl:— Bien está: toma los huesos.Y dijo también a sus servidores:— A los que habitan en la región de la muerte id a decir: Dioses: ¡ Sólo tiene que dejarlos!Pero Quetzalcóatl le dijo:— ¡ Por cierto que he de llevarlos y en una sola vez!Y habló también con su doble y le dijo: Dí a los dioses:Voy a dejarlos. Y dijo para sí Quetzalcóatl: ¡ Dejarlos, sí; qué dejarlos!Subió en alto Quetzalcóatl y tomó preciosos huesos: en una parte están colocados huesos de varón;en otra parte, huesos de mujer. Los toma rápidamente y hace un fardo con ellos y luego ya va cargándolos. El rey de la región de los muertos grita de nuevo a sus criados:— ¡ Dioses; de veras se lleva Quetzalcóatl huesos preciosos! ¡ Poned fosos en la tierra!Al momento abren los fosos y en ellos cayó él y dio contra las paredes: salieron despavoridas las codornices y él quedó como amortecido en su caída. Todos los huesos rodaron por tierra y las codornices comenzaron a mordisquearlos y a roerlos. Quetzalcóatl volvió en si y se puso a llorar. Dijo entonces a su doble: ¡ Mi doble! ¿Cómo será esto?¿Cómo será? ¡ Sea como fuere, cierto que así será!Se puso a juntar los huesos, los fue recogiendo del suelo, hizo de nuevo su lío.Luego los llevó a Tamoanchan [tierra de la vida naciente], y cuando allá hubo llegado, la que fomenta las plantas , que es la misma Cihuacóatl, los remolió y los puso en rico lebrillo y sobre ellos Quetzalcóatl se sangró el miembro viril, tras el baño en agua caliente que la diosa les había dado.Y todos aquellos dioses que arriba se mencionaron hicieron igual forma de autosacrificio — El dios de las riberas del mar, el que mueve la azada de labranza, el que sale en lugar de otros, el que da consistencia al mundo, el que baja de cabeza , y en sexto lugar, el mismo Quetzalcóatl. Dijeron entonces los dioses:— ¡ Dioses nacieron: son los hombres!Y es que por nosotros hicieron ellos merecimientos.
Etiquetas: Cuentos, leyendas
Esta entrada fue publicada el Martes, agosto 13th, 2013 at 5:57 y está clasificada bajo: Tomado de la red. Puedes seguir cualquier cuestion de esta entrada a través de RSS 2.0 feed. Puedes dejatr un comentario, o trackback desde tu sitio web.