En estos días de agosto, cuando la actividad se reduce aunque te encuentres en el trabajo, es un buen momento para realizar las tareas que se van acumulando por necesarias pero no urgentes. Entre ellas aquellas más administrativas.
Pero es también un buen momento para la reflexión sobre lo que hacemos día a día, sobre como va contribuyendo a la generación de nuevos productos, a mejorar el servicio que proporcionamos o, simplemente, a realizar nuevas propuestas.
En mi caso me ha tocado repasar muchas de las valoraciones que concluimos en los procesos de orientación laboral en el marco de los últimos años. En algún momento ha sido un trabajo ingente pero me ha permitido tener una clara perspectiva de lo que construimos a lo largo de los años con nuestros análisis y valoraciones.
La verdad es que me he quedado sorprendido por lo acertado de algunas consideraciones, especialmente por su correspondencia en sucesos posteriores. Y me ha impactado el esfuerzo de muchos y muchas por describir y valorar la situación de las personas en relación a su ocupabilidad. Los contenidos generados en estas valoraciones realizadas desde la orientación laboral han ayudado a multitud de personas, estoy seguro de ello, pero también constituyen un corpus en el que encontrar elementos de mejora que hagan más eficaz nuestras actuaciones.
Para el objetivo marcado era necesario repasar y revisar las valoraciones realizadas en cientos de procesos de búsqueda de empleo desde el año 2000 hasta ahora mismo. Se define así un inmenso campo para la evaluación del servicio que prestamos e, incluso, para la valoración del papel que jugamos en cada una de nuestras actuaciones.
Más allá de las consideraciones metodológicas formales o de las indicaciones teóricas más académicas, el trabajo realizado estos días me invita a señalar algunos elementos a mejorar. En concreto me ha permitido ver qué contenidos y valoraciones resultaron útiles con la perspectiva que da el tiempo, qué contenidos sufren más el paso de los años y qué contenidos nos permiten revisar nuestras propuestas de servicios. Con estos criterios se pueden apuntar algunos aspectos que no parecen aportar demasiado en los procesos de búsqueda de empleo:
Las valoraciones de carácter ético moral. En algunas ocasiones se tiende a emitir juicios de valor sobre las personas, su compartamiento o sus decisiones. Todas aquellas valoraciones que no están relacionadas con contenidos y objetivos de empleo son poco útiles, entre otras cosas porque las persona cambian con el tiempo algunas de estas consideraciones. Por otra parte abren un campo vedado a la orientación laboral, el de las convicciones y juicios personales, a los que todo el mundo tienen derecho y donde la orientación laboral no debe entrar.
El recurso al condicional (si hiciera, si tuviera, si hubiera…). La mayoría de las veces lo utilizamos como sinónimo de una derivación a alguna acción pero parece retrasar las propuestas concretas de actuación en la realidad de cada momento. Es imposible hablar sobre supuestos.
Centrarse en los elementos negativos de la situación. Esto desenfoca la perspectiva global y sistémica y resta efectividad a la hora de señalar los elementos potencialmente positivos en el nuevo marco económico.
La ausencia de referencias emocionales y de motivación. Muchas veces no reflejamos la situación anímica de las personas en relación a su futuro inmediato, qué impacto anímico esta teniendo en la persona, su motivación, su constancia en otros procesos similares o la resilencia que ha mostrado en otras situaciones difíciles.
Como comentaba al principio, las valoraciones, apreciaciones y conclusiones que se derivan de las intervenciones de orientación laboral analizadas son magníficas. De hecho, mi objetivo principal con este texto es el de manifestar mi reconocimiento por este trabajo, extendiéndolo al conjunto de personas que se dedican a la orientación laboral en estos momentos tan complicados. Momentos que, creo, exigen también una valorización del servicio que se presta, explicando y difundiendo qué es lo que podemos aportar. Dado el lugar que la orientación laboral ocupa ante la situación actual del mercado de trabajo la puesta en valor del servicio (a pesar de Forges) parece imprescindible.