
Todo ocurre de repente, estamos dentro de una pequeña caja de madera. Buscamos sin encontrar una idea, que al fin vino… Decidimos hacer una fiesta: Becky canta, Haze toca su piano y yo bailo al son. El ogro abre la tapa, no para de mirar perplejo. Decide ese día que es más provechoso usarnos para su entrenamiento, que de cena. Así nos convertimos en unos artistas consentidos de su reino.