Reto literart: halloween 2019 #vampiro: “mi novia vampiro”

Iba yo tranquilamente con mi vespa por la carretera secundaria que lleva a mi urbanización tras una jornada de viernes de esas que siempre se alargan más de lo que uno desearía, cuando me encontré a una tía despampanante haciendo autostop. Era un bombonazo de mujer, con las piernas más largas que había visto en mi vida y un canalillo de los que te dan ganas de hundir la nariz y no salir de allí en tu puta vida. Yo, que no soy de los que ligan finde sí y finde también, frené tan en seco la moto que casi me dejo los piños en el asfalto. Para hacerme el interesante, le pregunté si quería que la llevara a alguna parte, pero que hasta el cielo podría llevarla si ella me lo pedía.
-No vas a creerme, pero se me averió el coche y me ha dejado tirada unos kilómetros más arriba. El tipo que me recogió no era un buen tío. He tenido que salir corriendo cuando ha aparcado el coche por allá, bajo esos árboles.
-Qué hijo de puta, los hay desaprensivos. ¿Te llevo a alguna parte?
-Si no te importa podrías dejarme en algún lugar donde me pueda tomar un café y llamar por teléfono a "Asistencia en carretera".
Parecía un sueño. Una tía maciza montaba en mi vespa, me abrazaba por detrás y yo más contento que unas castañuelas.
Al llegar al café que hay al lado de la plaza de mi pueblo, no daba crédito cuando me dijo que me iba a agradecer de un modo especial lo amable que había sido y me invitó a acompañarla a los baños...
Y cuál fue mi sorpresa cuando se metió en el de tíos, me cogió de la camiseta y me arrastró a uno de los servicios.
-¿Pero qué...? -acerté a balbucear cuando me bajó los pantalones y se agachó.
Me miró a la cara, abrió la boca como un buzón de correos y vi unos enormes y blanquísimos colmillos y unos ojos inyectados en sangre que me dejaron helado.
-Quiero parado, bebé, que ahora viene lo bueno.
-¡Eres una vampiro!
-¡Y con voraz apetito, encanto! -añadió con una sonrisa y, sin darme tiempo a decir ni mú, me arreó un bocado en todo el pito que me dejó con las piernas temblando.
De aquello han pasado ya dos meses. Ella se llama Eve, tiene doscientos cincuenta y tres años muy bien puestos y es una adicta a la sangre del grupo 0+, que casualmente es la mía. Entre mordisco y mordisco en el pene, me regala unos viajes al paraíso de las relaciones vampíricas, que me tienen hipnotizado. Y es que las vampiras son expertas en felaciones...
Me llamo Cristian, tengo una novia casi tan vieja como Matusalén y conduzco un Ferrari 812 GTS que me ha regalado por mis treinta y dos cumpleaños.
¿Cuánto va a durar esta relación? Ni idea, aunque supongo que... lo que dure dura...