Revista Fotografía

Retrato

Publicado el 19 enero 2011 por Luiscarlos @LC_Balboa
Retrato
La mañana del día que hice esta, nos lanzamos, los que íbamos, a fotografiar a un "personaje" que nos encontramos en la puerta de una frutería. Quizás por su atuendo, su chaqueta de cuero, porque tenía sólo un diente, un cinturón de cuerda de pita, etc. Primero tímidamente, para ver si se dejaba. Luego más, porque no se quejaba e incluso sonreía. Mientras hacíamos las primeras fotos, un vecino nos explicó el por qué de aquellas pintas. Con sus propias palabras nos definió el síndrome de Diógenes que padecía el protagonista de tanto disparo. Y estos, no sé si en consecuencia o no, aumentaron.Yo el primero, claro.Pero de errores se aprende, dicen.
Durante todo el día me dió vueltas a la cabeza la situación, además de caer en la cuenta, que, los retratos callejeros de la mayoría de los aficionados a la fotografía (de los que somos mediocres), son siempre de gente rara: mendigos, barbudos, enfermos de cualquier historia variada, etc.Nunca gente normal.Haciendo alarde de arrugas, texturas de piel, suciedad social y demás cosas que no se sienten.
Exprimiendo sin entenderlo el blanco y negro o cualquier procesado dramático sin entender ni por qué se disparó, ni que se quiere contar, ni como lo vas a decir.
 Luego lo disfrazamos de fotodenuncia y listo, a la galería.
"El personaje apoyado en la puerta -pensé, mientras le daba vueltas- puede parecer de ese grupo para un urbanita"
Pero hice la foto. Porque este señor para mí es de lo más normal. Porque en mi pueblo, todos los mayores que conocí cuando pequeño vestían así. Mi abuelo vestía así, rebeca, gorra de cuadritos blancos y negros, pantalón de pana. También muchos de la generación de mi padre e incluso algún tío mío.Yo soy de pueblo, no lo he negado nunca y creo que no lo haré, y reconozco a cualquier vecino mío ahí, esperando en la esquina a sus compinches para discutir del tiempo y demás cuentos o simplemente ver quien entra, quien sale o quien pasa.No es una justificación para desmarcarme de lo primero.Es una raya que hago en el suelo y dejo atrás, con promesa incluída, de no volver a cruzarla hasta que no fotografíe a gente normal y consiga algo decente.Que no me tiraré al cuello del efectismo "fotodenunciador" porque sí, sin entenderlo ni sentirlo.O eso espero.

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