
La viuda del Notario, que vive en el tercero, me tiene manía y aprovecha cualquier ocasión para sugerirle a Renato que se deshaga de mí y me sustituya por la Virgen del Perpetuo Socorro. Él siempre contesta: —Un día de estos, Doña Angustias, un día de estos. Luego se da la vuelta y me hace un guiño de complicidad. En cambio a Don Leoncio, el General retirado que vive en el quinto, se le van los ojos detrás de mi escote e inventa cualquier excusa para entablar conversación en la portería mientras me desnuda con la mirada. Cuando cae la noche y los vecinos se recogen en sus casas, Renato entre bostezo y bostezo apaga la luz de la garita y cierra con llave, no sin antes dirigirse a mi retrato en blanco y negro para decirme: Mañana será otro día, que duermas bien, Marilyn.
Texto: Esperanza Temprano Posada
Más Historias de portería aquí.