Le susurraste que se quede quieta junto al micro que se dejara llevar, que sintiera cada promesa hebra tras hebra en sus oídos. Alargaste la lengua para cerciorarte de que temblara al crepitar de cada murmullo. Ondulaste con dulzura la insidia a dulceperla3. Sabías que cada noche te esperaba, eras el montonero que la sacaría de su indigencia. La palabra mágica chiko_10 y la máquina gesticulaba por ti, aderezando el paraíso, la complicidad en su más tierna intimidad. La ansiaste en cada intervalo, a través de miles de fotografías que descargabas cada noche. Sus líneas eran la respuesta de muchas noches insomnes donde te sentiste derrotado, solo, un chico más de la escuela, que a nadie importa. Pero ella te esperaba, todas las noches.
Ahora por fin es el día. La verás. Sentirás el calor necesario para llenarte de sus aromas, tu deseo esperanzado en su cuerpo de fantasía. Te paras frente a la puerta y tocas el timbre y sale un viejo y te dice que esperes en la salita. Pasan como 10 minutos y el hombre vuelve a salir y te alcanza una bebida con unos panecillos calientes. Tú sonríes y tomas el refresco, sientes un calor interno, estás fascinado con los cuadros barrocos del salón. De repente todo gira a tu alrededor, notas que a duras penas puedes mantenerte en pie. Casi a rastras llegas a la puerta y abres. Allí está imponente sonriéndote, tocándote como lo habías pensado, impávido tratas de comprender. Te sonríe y te abraza con su cuerpo flácido arrastrado por los años de impudicia. Tratas de escurrirte pero sientes el vaho de su piel que no te suelta, levantas la mirada y sabes que no saldrás jamás.