Las cabalgatas han sido siempre para los niños, aunque pueda parecer lo contrario cuando se contempla a padres hechos y derechos arrastrándose por el suelo como culebras para coger los caramelos que lanzan desde las carrozas. Esto no es más que un fiel reflejo del niño rebelde que todos llevamos dentro.
Politizar un espectáculo concebido para los más pequeños no dice demasiado en favor de los promotores de la idea. Pero si además, detrás del invento, se encuentran organizaciones como “Derecho a vivir” o “Hazte oir.org” no puede traer nada bueno. La intolerancia y el pensamiento único es lo último que desearía para mis hijos.
¿Quéregalo puede pedir un niño a una carroza contra el aborto? Creo que ninguno.
A no ser que estos señores pretendan que la infancia española se ponga a pedir a los reyes magos fetos de veinticuatro semanas de gestación para jugar con ellos.
¿Los hermanitos, cuando pequeños, no se los pedíamos a los padres, sin la mediación de sus majestades?
Pues eso. Que no me parece una buena idea utilizar a los niños el día que más ilusión les genera.