Rincones y momentos…

Publicado el 30 octubre 2011 por Mbbp

Mis ojos estaban vidriosos, pensando en ella y sintiéndola en aquel momento demasiado lejos de mí…

Hay días, momentos, para todo en nuestra vida! Momentos para recordar y otros, para olvidar! Momentos para sentirte feliz con lo que eres, sientes y tienes, momentos para sentirte sólo y desdichado por lo que te falta! Esa tarde había empezado a medio camino entre la felicidad de sentirme como siempre acompañado por ella en mi corazón… y ese doloroso sentimiento de soledad por no estar ahora con ella disfrutando de nuestro amor. O, simplemente, nos duele la soledad! Era sábado. No hacía frío, a pesar de haber llegado el otoño a la ciudad. Era una tarde apacible, pero una punzada en mi corazón presagiaba una cierta tristeza. Cómo me hubiera gustado entonces tenerla cerca, abrazarle con fuerza y sentir su cuerpo y la calidez de su piel junto al mí… pero estaba muy, muy lejos de mí, como siempre lo había estado!

Andé horas y horas por el barrio antiguo de mi ciudad. Pausadamente, mirando lugares que me encontraba a mi paso, intentando descubrir detalles, objetos, rincones, que me distrajeran de mi soledad. Pero, como suele pasar, la vista obedecía al corazón y no cesaba de proponerme situaciones y circunstancias para pensar en ella, para echarla de menos junto a mí. La tarde fue cayendo mientras la oscuridad ocupaba su lugar. Parejas paseando, arrullándose, familias andando tras los niños, mirando los escaparates iluminados, en los que se muestra que el frío otoño ya esta aquí…

En mi corazón se entremezclaban sentimientos contradictorios. Ese fantástico sentimiento de sentirla siempre cerca, dentro de mi corazón, mientras paseo sólo, soñando que paseamos cogidos de la mano, conversando… y, a ratos, ese otro sentimiento que me recuerda que ella no está y quizás nunca estará aquí, conmigo! Alegría y tristeza a partes iguales pugnan por invadir mi corazón! Pero no huyo siquiera de la tristeza, porque es algo que siento intensamente y si no la saco se queda dentro, en mi corazón. Un escaparate de una tienda de niños, llena de muñecos de peluche y colores llama mi atención. Sin darme apenas cuenta, entro y me encuentro a mí mismo mirando los juguetes retro que hay en ella: muñecas de trapo, platos y vasos de plástico de colores, cocinitas de madera… todo un paraíso de ilusión para cualquier niño. Pienso en “mis” niñas “mmmmm”! Observo parejas que comentan y luego compran esos juguetes, papás que llevan en sus hombros a su niño, cochecitos de niños aparcados a la entrada de la tienda…

Trato de no mirarlos, pero mis ojos -y quizás mi corazón, tras ellos- se obstinan en fijar mi atención en sus caras sonrientes, en sus rostros de felicidad. Qué hubiera dado yo en aquellos momentos por estar junto a ella y sus niñas, paseando por esta gran ciudad! Cada rincón, cada tienda, cada persona que me cruzo me recuerda a ella! Siento ahora que cada uno de estos maravillosos rincones fueron construídos hace casi mil años para que ella y yo paseáramos por ellos ahora mismo, cogidos por la cintura, mirándonos los ojos y hablando de amor! Pero mi mente ha entrado en juego y me asalta con pensamientos absurdos, dañinos, que me insisten en mi incapacidad de alcanzar esa felicidad simple y cotidiana que siempre he deseado, pero que aparentemente he sido incapaz de lograr! Acuden a mi mente imagenes reincidentes de soledad, de impotencia, de pena… Y mi corazón se entristece, mientras mis pensamientos lo llenan de dolor por ese pasado que creía disuelto por el presente plácido y con amor que vivo ahora…

Sigo andando y haciendo fotografías a esos rincones que me encuentro a mi paso. Me gusta fotografiar escaparates iluminados, gente andando por la calle, detalles de esta maravillosa ciudad milenaria. Ya es tarde, hay poca luz y las personas fotografiadas salen con los rostros borrosos, desenfocados, cediendo el protagonismo a las luces, las sombras en las piedras que hay detrás. Grupos de jóvenes que se apresuran para empezar su fiesta nocturna, parejas que vuelven con prisa a su casa para empezar con los baños y las cenas de sus peques, turistas que buscan un lugar para cenar, en este barrio plagado de terrazas al aire libre. Empiezo a tener ganas de volver a mi casa, ese piso en el Ensanche barcelonés, que siento nunca será mi verdadero hogar! Qué extraño sentimiento -pienso ahora- querer recluírme en mi casa en una noche de sábado como esta, en la que años atrás o simplemente en otro momento de mi vida, me hubiera parecido una locura y una pérdida de tiempo! Pero, en la vida, hay momentos para todo… todo viene y va!

Pero al dirigirme hacia donde tengo aparcada la moto, mis sentidos prestan atención a una bonita música que llega desde un lugar cercano que conozco bien. Esa placita -Sant Iu- en la que cada tarde algún músico callejero nos regala los oídos con su música. Cuántas veces antes había permanecido en ese banco de piedra de la plaza, deleitándome con los ojos cerrados, disfrutando de la soledad! En esta ocasión había un pianista que, con su piano electrónico, interpretaba música clásica, que resonaba en las mágicas y milenarias paredes de ese rincón gótico, junto a la catedral. Las piezas se sucedían una tras otra… Chopin, Litsz, Bach… mientras mi corazón se apaciguaba, en ese punto equidistante entre la felicidad y la tristeza! Pero, después de un rato, interpretó la Sonata del Claro de Luna de Beethoven… y eso removió mi corazón inquieto! Mis ojos se pusieron vidriosos pensando en nuestra luna de siempre, símbolo de muchos de nuestros encuentros y en todas esas lunas pasadas hace tiempo sin saber nada de ella, mi amor! Una vez acabó magistralmente su pieza, me marché de allí y seguí el camino hacia mi casa…

Pienso ahora que esa tristeza estaba en el fondo de mi corazón y tenía que salir! En ella estaban todos esos momentos dolorosos vividos en mi historia! No hice nada por evitarlo, porque, si se queda dentro, duele y vuelve a salir, tarde o temprano! Y la propia vida me dió esta tarde la oportunidad de expresar mi tristeza! Presentía que aquella tarde iba a ser así! Y, aunque en mi momento actual, soy capaz de sentir y vivir las cosas desde dentro, donde no hay distancia ni tiempo y donde el amor es siempre intenso, presente y eterno, también hay momentos en los que me siento solo humano, sensible y vulnerable… y la cruda realidad se hace patente ante mis ojos, haciéndome sufrir! Pero la verdad es que no era la primera vez que sufría en aquellas calles, hasta ahora, para mí, demasiado llenas de soledad y de melancolía por todo aquello que nunca logré tener en mi vida anterior! ¿Cuántas veces antes, paseando por esas mismas empedradas callejuelas, había soñado con un amor inexistente, inalcanzable y entonces anónimo? ¿Cuántas veces esa música melodiosa había conmovido mi corazón, entonces vacío de amor? ¿Cuántas lágrimas había derramado por alguien desconocido, pensando que nunca llegaría a mi vida? ¿Por qué me sorprende que esa tristeza, celosamente guardada en mi corazón durante años, salga ahora y me haga llorar?

La tristeza, como el amor, forma parte de nuestra vida! Pero, en cualquier caso, hay que mirarla de cara para que salga y abandone nuestro corazón! Porque en mi corazón hoy ya hay amor de verdad, que no entiende de soledad dolorosa, de tiempo ni de distancia… aunque la vida, a veces, se obstine en demostrarme lo contrario! Y en mi vida hoy hay alguien a quien amar y con quien sentirme amado, aunque no esté ahora junto a mí, a mi lado! Pero basta que me adentre en las profundidades de mi corazón para sentirlo así… y, en todo caso, poder soñar que, algún día, esos momentos compartidos en silencio tal vez se harán realidad… y que juntos recuperaremos uno a uno todos esos rincones solitarios de nuestra vida en los que encontramos a faltar a ese alguien especial a nuestro lado… y entonces sí uniremos nuestras manos, nos miraremos los ojos y nos conmoverá ese viejo hombre del piano que, en esa preciosa plaza adoquinada y gótica, nos conmoverá con su Sonata del Claro de Luna, rememorando todas esas lunas compartidas con amor de verdad!

Sonrío. Siento ahora que nos complicamos la vida y que es mucho más fácil vivir y ser feliz! Ese sutil -y a veces angustioso- punto de equilibrio de mi corazón entre la felicidad y la tristeza, se inclinaría en un instante con una sola palabra suya a distancia o con una breve mirada, desde el corazón! Lo que es el amor… de verdad!

Con amor, la soledad es estar bien conmigomismo y sentirla a ella siempre en mi corazón… mientras que sentirte solitario es echarla de menos y necesitar su mirada para corroborar nuestro amor! ¿La verdad? Prefiero nuestro amor de verdad, ahora compartido en soledad…

PD. Por cierto, no puedo dejar de rendir tributo a ese anónimo hombre del piano que esta tarde conmovió mi corazón, haciéndome sentir tan cerca… o demasiado lejos de ella!

Piano man (Billy Joel)

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