Robert Hass (1941): Meditación en Lagunitas
Publicado el 28 octubre 2011 por FruelaEl nuevo pensamiento es de la pérdida.En eso se asemeja al antiguo.La idea, por ejemplo, que todo lo particularborra la clara luz de una idea abstracta. Que ese pájarocarpintero sondeando con su rostro de payaso el esculpido tronco muerto del abedules, por su presencia, la caída trágica de un primer mundode luz indivisa. O esa noción de que, si nadahay en el mundo que se corresponda con la zarza de mora, entonces una palabraes elegía de lo que significa.Hablamos de eso anoche y en la vozde mi amiga había un alambre de pena, casi un tonode queja. Pronto comprendí que, hablandode ese modo, todo se disuelve: justiciapino, pelo, mujer, tú y yo. Hubo una mujera la que hice el amor y recuerdo cómoal tomar sus pequeños hombros en mis manossentía a veces la violenta sorpresa en su presencia,como una sed de sal, de mi río de infanciacon sus islas de sauces, boba música de un barco de recreo,pozas fangosas donde pescábamos el pececillo plateado y naranjaque llamábamos calabacilla. Nada que ver con ella.Anhelo, le decimos, porque el deseo está llenode distancias sin fin. Algo así fui para ella.Pero recuerdo tan bien cómo sus manos desmembraban pan,las cosas hirientes que su padre le decía, aquelloque soñaba. Hay momentos en que el cuerpo es numinosocomo las palabras, días que son la continuidad de la carne buena.Tanta ternura, las tardes y las nochesrepitiendo mora, mora, mora.
Traducción de Fruela Fernández