Revista Diario

Robo en el metro (por Arantxa)

Publicado el 12 julio 2011 por Imperfectas
Robo en el metro (por Arantxa)El pasado lunes 4 de julio me robaron la cartera en el metro. Sin violencia, por supuesto, que ya se sabe que lo de ser carterista es todo un arte. Entre que llevaba un bolso de mano monísimo, pero con un cierre poco seguro, y que iba enfrascada leyendo una novela de Paul Auster ni me enteré.
Lo que me fastidió no era el dinero (aunque justo ese día llevaba la nada despreciable cantidad de 100 euros, más la calderilla), sino perder toda la documentación, el DNI que acababa de renovar una semana antes, el carné de conducir, las fotos de mis hijas, un sinfin de tarjetas... Ya vislumbraba una semana de tediosos trámites burocráticos, cuando el martes recibí una llamada de una mujer que decía que mi cartera había aparecido tirada en su plaza de garaje, en un parking privado. Con todas las tarjetas y las fotos de mi descendencia intactas. Por supuesto sin un céntimo de euro. Nadie se explica como había llegado la cartera hasta allí. Supongo que es lo de menos.
La verdad es que me ha llegado a conmover que Gloria y Jesús, su marido, (a los que no conocía de nada hasta este incidente) trataran de localizarme, porque hoy en día lo normal es que echen la cartera al buzón, pero nadie se tome la más mínima molestia. O que la ignoren sin más. Todos vamos con prisas, todos tenemos problemas. Ellos han tratado de conseguir mi número de móvil, y tras mucho insistir, una entidad bancaria se lo facilitó. Me decía un conocido que eso es un delito, proporcionar un número de un particular. Como si tuviera la menor importancia. Jesús ha devuelto la cartera y no ha aceptado una pequeña propina que mi enviado especial (muchas gracias a ti también, Jose) le ofreció por el gesto. Les estoy muy agradecida, y lo menos que podía hacer es mencionarles en este post.
Cuando recuperé la cartera me sentí feliz, pero un pequeño detalle me amargó el momento. Las fotos de las niñas estaban en perfecto estado, pero no todas. Las primeras ecografías de mis hijas habían desaparecido. Iban mezcladas con tarjetas de restaurantes, alguna entrada de cine, papeles varios. Supongo que el ratero buscaba billetes entre ese montón de papeles y al no encontrarlos, lo tiró sin contemplaciones. Yo llevaba a mis niñas en esas estampas, la primera imagen que tuve de su vida, y de vez en cuando me detenía a mirar esas manchas blancas sobre fondo negro. Manchas apenas descifrables para mi y tan claras para el ginecólogo que hizo esas ecografías. Y ahora no las tengo. Me pongo mohína al pensarlo. Soy una sentimental. Si están en la cama, dormidas, y disfruto ¡al fin! de un rato para mi, porque hoy es uno de esos días en los que me han dejado tan agotada y harta que
dimitiría como madre. Soy una contradicción andante, ¿no?.

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