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Continentes El mapamundi tiene la exquisita cualidad del dilema: Europa pétrea Africa yerma Asia espiritual Australia oceánica América profunda profundaprofunda Warao Orinoco es un lugar para remar acariciando la piel de agua del río, como si uno no supiera que lo habitan anacondas y pirañas. Warao güararao Madre Parima de la sierra verde, dame un brebaje para la nostalgia, páreme un sueño de huida hacia el olvido en piragüa de palo y maraquita. Hasupiwei-Teri, pueblo de sapos, tienes nombre de viento y de suspiro. Yo tengo atravesada una espinita entre pecho y espalda. Warao güararao Tráele a ella el hijo que perdió en río Negro y la procesión de garzas rosadas que le escoltaron al fondo de la selva, sin caja y sin vela, Casiquiare adentro. Warao güararao Cuéntame una leyenda de luna rota, de ánimas irredentas y atormentadas; cántame algún lamento yanomami antes de que se muera la madrugada. Generaciones Lucy brilla en el cielo con diamantes Amor libre Amor y paz Forniquemos bajo los fuegos artificiales que iluminan las noches en Vietnam No me esperes esta noche, honey, estaré con Elvis bebiendo rock and roll en la Plaza Roja, mientras Gorbachev sindicaliza para siempre a los rompemuros en Berlín ¡No más toccata y fuga sangrienta! Hoy suenan los violines en las riberas fluviales del Este y un voraz incendio de emociones consume cortinas de hierro. También el unicornio azul que se perdió regresa por Los Andes, desandando las huellas de aquellos héroes que la memoria entierra. No más abono para las plantaciones de amapolas, ni sembradíos de muertos, ni soldados apuntando hacia el pasado. Hoy borraremos del mapa las fronteras. Y cuando ya no queden ni muros ni alambradas, haremos una fiesta que durará mil años en las tribus flotantes del lago Titicaca, invocaremos a los dioses del Cuzco y a los espíritus de Tierra del Fuego, moveremos la línea ecuatoriana para invertir los puntos cardinales y encenderemos una gran fogata con pasaportes y formularios aduanales. ¡Ay, las Américas, vírgenes y hetairas! Mátame suavemente, amor, y abrázame, rebosa con tu savia desnatada la fertilidad de mi óvulo alquilado. Cuando vengan al mundo nuestros hijos irán al parque residual de México a jugar con flores de aluminio y fósiles de peces, al pantano de Copacabana, de donde emergerá el rey Momo con unas migas de cierto Pan de Azúcar en las manos, volarán sobre las ruinas de La Gran Sabana donde -érase una vez- reinaron tepuyes y cascadas, visitarán el polígono industrial del Amazonas poblado de plantas nucleares y babélicas torres satelitales, conocerán a sus antepasados en el museo de cera yanonami, y tendrán una idea de lo que fue el pulmón de este planeta ante la maqueta virtual del Matto Grosso, sacrificado con pasión junto al Roraima. Alucino de pura nostalgia desde la cumbre del quintomundismo, el único continente de esperanza... ¡Paren el mundo! Quiero bajarme en Times Square a fumarme un cigarrillo. El Rubicón Yo sólo quiero una oportunidad para el descuido, una fracción de inconciencia divina, la santidad de la ignorancia irreversible. Y sobre todo, nada de promesas, ningún límite, ninguna expectativa. (Quizás, algún día, admita que la mediocridad es la máxima expresión del éxito)