Buenos días a todos,
Hoy nos gustaría mucho hablamos de una boda súper especial a la que fuimos el sábado pasado. Es una pareja muy muy querida para nosotros, y se notó que preparó su boda con todo el cariño del mundo para sus invitados. La boda se celebró en la playa de Jávea, en Alicante. En un lugar llamado La Siesta. Si alguno de vosotros ha estado allí alguna vez, sabrá que se trata de una amplia terraza chill out de playa, decorada con mucho encanto. Sin embargo, la transformación que nuestros amigos realizaron nos dejó a todos con la boca abierta. Rompieron con los mitos de cómo ha de ser una boda.
Por un lado estaba la preciosa decoración, donde la iluminación tenía todo el protagonismo. Velas, lámparas colgantes y de suelo, con haces de luz blanca, se mezclaban con la luz de la puesta de sol tan característica del Mediterráneo. Se le dio auténtico protagonismo al blanco, a juego con el increíble vestido romántico de la novia. Blanca arena, blanca espuma de mar, blanca luz… Las chicas que componían el servicio (por cierto, impecable) vestían hippies faldas blancas. El toque de color venía de la mano de unos sencillos y campestres centros de mesa con lavandas.
Por otro lado, la puesta en escena. Siendo absolutamente perfecto en todo momento, la cena se convirtió en un acto menos protocolario y más informal de lo que todos acostumbramos. Después de un variado cóctel, los entrantes y platos principales se colocaron en el centro de la mesa, para ser servidos por los propios invitados. Una cuidada selección de carpaccios y tartares componían los entrantes. ¿Y de plato principal? ¡Una variada y sencilla barbacoa de carnes y verduras! ¡Formidable!
Además, los novios no se sentaron en la habitual mesa presidencial con los padres y padrinos. ¡No! Fueron cambiando de mesas, para poder estar con sus amigos y familias.
Nos encantó el detalle. Y nos dio qué pensar. Como sabéis, el Palacio tiene unos salones magníficos pero de espacio no ampliable. Ese ha sido y sigue siendo nuestro caballo de batalla con aquellas parejas que consideran que situar a sus invitados en distintos salones implica establecer diferencias entre ellos, como si unos fueran más importantes que otros. El hecho de que los novios se levanten, coman con los invitados en su mesa, charlen…conviertan el acto de la cena en un elemento festivo más de la celebración, sin tanto protocolo, logra que cada uno de nosotros se sienta querido por ellos. Yo misma, me di cuenta de que en muchísimas bodas he dado la espalda a los novios, por una simple cuestión de azar en la colocación de las sillas. ¿Me convierte en invitada de “segunda”? Claro está que no.
Lo dicho: una boda que rompió tabúes y mitos. Una boda alegre, espontánea y cercana.
Simplemente perfecta.
Os mandamos fotos del antes y el después, para que disfrutéis de la calidez y romanticismo de este evento.
Un fuerte abrazo de Mirentxu, Carmen, Bego, Fiona y Sheila.