Magazine

Rompiendo la bola de cristal.

Publicado el 25 julio 2013 por Jonmcgees
Rompiendo la bola de cristal.
Me acababa de levantar y lo primero que hice fue mirar el móvil -lo normal en todo adolescente-, tenía varios mensajes y cuando veo la lista hay un número que no me suena pero su foto si, eso si, no me esperaba para nada que esa persona consiguiese mi número o que me hablase. La dejo para el final. Cuando llego a ella le contesto y todo se resume en un: "El curso contigo me ha sabido a poco y me apetece conocerte. ¿Quieres quedar hoy conmigo?" Lo primero que se me viene a la mente es el como ha conseguido mi número, de hecho se lo pregunto. Se hace el loco o evita el tema. Empiezo a pensar que es una broma. Lo comento con una de mis mejores amigas y me obliga a que le de una oportunidad, que no podía ser tan selectivo. ¿En serio? No era selectivo, solo que no me fijaba en todo el mundo.

En realidad me apetecía quedar, no por conocerle, sino por hacer algo nuevo y no quedar siempre con los mismos, además, en el caso de que fuera a ser una broma, yo también me reiría.

Juego un poco con él y, al final, accedo. Queda en que me viene a recoger a casa. Eso había sonado extraño. Mi amiga me dice que era una cita, que no me lo tomase en amistad como me lo tomo todo. Yo me quedo un poco extrañado. La llamo un poco nervioso. - No quiero una cita, y mucho menos con él. - Le comento un poco nervioso. Ella me dice que me tranquilice y que lo pase bien, que tan solo le de una oportunidad, que no iba a pasar nada que yo no quisiera que pasara. Pienso que si, que obvio no iba a pasar nada, que locuras.

Llega la hora en la que habíamos quedado. Estoy duchado, vestido y me faltan las zapatillas. Recibo un mensaje suyo en el que me dice que ya está esperando, le digo que ya voy hacía abajo. Obviamente me quedaban cinco minutos. Termino y bajo. Desde fuera veo que no está solo, que hay un amigo más. Saludo primero al otro chico. Nosotros nos reímos y ni siquiera sabemos como saludarnos, por lo que, optamos por no hacer nada y ya. Me comenta que en veinte minutos su amigo se iría, que solo estaba haciendo tiempo. Me encojo de hombros, de hecho hubiera preferido que se quedase. ¡Eso implicaría que no era una cita!

Cojo el móvil y me evado un poco de ellos. Noto como él me mira de vez en cuando, está nervioso o quiere hablar conmigo pero no sabe cómo. No seré yo quien le ayude. Llegamos a un parque dónde está mucha gente que conozco, allí habían quedado con el otro chico. Nos acercamos a saludar y me encuentro con un chico que siempre hace que me ponga de mal humor. Me comenta algo de hace mucho tiempo intentando dejarme mal, le digo que paso y aprovecho para escapar de allí enfadado en plan indignado. Escucho a Jose (así se llamaba mi cita) como le echa la bronca al otro. Me persigue hasta medio camino suplicando que no me fuera y me dice algo que me hace pararme en seco. - No te vayas, te quiero. - Yo me quedo parado. Sabía que no era cierto. Me doy media vuelta y lo miro con mi cara de enfadado. - Creo que no sabes lo qué es querer, porque no puedes quererme ya. - El me mira triste y asiente. - Ya, ya sé pero sé que lo haré, me gustas mucho. - Me tocó la fibra sensible pero no me ganó. Me despedí y volví a darme media vuelta esperando que fuera detrás, obviamente. No lo hizo y tuvo dignidad. 

Recuerdo el "Dale una oportunidad" resonando por toda mi cabeza. "Te odio" - Pienso hacía Laura, la chica que me exigía hacerlo. Grito su nombre y el se da media vuelta. Al final nos paseamos un rato los dos juntos y nos encontramos con una amiga mía. Ya por la cara de asco hacía él, me puedo imaginar lo que pasa por su cabeza. La saludamos y le hago un gesto para responderla que luego hablaríamos. Aunque así solo dije que nos habíamos encontrado y buscábamos a alguien. ¡Tengo dignidad!

Resulta que después de todo, intenta sacar conversación a todo momento para que me lo pase bien y no me aburra. Es más simpático de lo que me esperaba. Me hace un par de bromas y acabamos riendo.

Llegamos hasta un sitio que no conocía, era extraño porque parecía la entrada a un lugar, como un castillo o catedral, algo grande. Pero no, en realidad era como el pase a un callejón. Me engancho el píe en un hierro y estoy a punto de caerme. Me coge y me río. La caída no era para caer encima suya. Pero el hizo todo lo posible para que así fuera, tampoco era tonto. Me quité un poco de en medio con una risa floja. 
Me coge de la mano y me hace girarme a él. Lo miro y me susurra que le ha encantado la cita. Yo sonrío y asiento queriendo decir que no ha estado mal. Hace como que se enfada y vuelvo a reír. - ¿Sabes? Ahora viene cuando nos besamos. - Y me mira fijamente a los ojos. Me quedo un poco parado y le niego. - Pues la historia ha cambiado, no te voy a besar. - Me mira un poco feo y me separo.

Es gracioso porque va buscando situaciones para que surja ese beso pero nunca se lo doy. Llegamos hasta otro lugar un tanto extraño. Es una plaza bonita pero raramente está vacía. Tiene una fuente grande, alrededor hay tres bancos y unos cuantos jardines. Las paredes son como de una misma casa enorme, supongo que es una casa abandonada o algo porque no hay ruido ni nada. - Este sitio da miedo - Le comento, sintiendo un pequeño escalofrío. - No, es romántico, si te da miedo yo te protejo. - Y no puedo evitar soltar una carcajada limpia. Me resulta tan patético escuchar decir eso que no pude aguantarlo. El también se ríe. 

Recibo una llamada, mi madre empieza a meter prisa para que vuelva a casa y le digo que me tengo que ir. Me agarra la mano. - Quédate un poco más. - Me susurra con voz dulce. Le niego y me dice de acompañarme a casa. 

Llegamos a mi edificio y me quiere acompañar hasta arriba. Entre el ascensor y las escaleras hay como un especie de hueco dónde se mete. - ¿Qué haces? - Le pregunto. Se apaga la luz y se abre el ascensor. - ¿No me vas a dar un abrazo para despedirte? - Le pregunto levantando un poco la voz. No me responde. Realmente no lo veo. Cuando entro al ascensor se cuela rápidamente y me besa a traición. Al principio me suena raro, tengo los ojos abiertos y no sé qué hacer. Me toma las manos y me las lleva a su cuello, le sigo un poco el beso hasta que se abre la puerta del ascensor. Le miro extraño y me despido. 

No tardo en llamar a Laura para contarle todo. Me pregunta si habrá segunda cita y realmente no sé que contestarle porque ni siquiera podía responder si me había gustado. Se queda un poco rara al teléfono y me obliga a acceder a una segunda cita si me la pide.

Ceno y me tiro sobre la cama. Recibo un mensaje de él. "ALEX, ALEX, ALEX" y si, es que me había llenado el WhatsApp de mensajes con mi nombre, terminando con una simple pregunta. "¿Cómo estás, quieres quedar otro día?" 

También podría interesarte :

Volver a la Portada de Logo Paperblog

Quizás te interesen los siguientes artículos :