Ronroneaba con sus pulmones llenos de gasolina

Ronrroneaba con sus pulmones llenos de gasolina, que despedían ese olor inconfundible! Tosió de nuevo y se paró su motor cansado. Lo desempolvaron, le habían vestido de lujo y limpiado concienzudamente hasta que sus bruñidos metales brillaran. Le pusieron su dorsal nº 8 del Rally de Sitges de coches clásicos. Seguramente cada año tomaba parte en esa competición, donde lo importante era llegar, sin necesidad de ser el primero. Con sus más de 100 años de vida lo prepararon para lucirse por la ciudad ante los atónitos espectadoes y luego emprender el camino hacia Sitges a través de las Costas de Garraf, donde sus prolongadas subidas y sus pronunciadas curvas exigirían, una vez más, su fortaleza. Ya eran muchos años recorriendo kilómetros y kilómetros…

Su paciente amo volvió a darle a la manivela de arranque, sin perder su humor y su paciencia. Ronrroneó de nuevo, se puso en marcha, pero en unos instantes, se paró de nuevo. Las personas que allí estaban -sus espontáneos fans- suspiraron de nuevo. Algunos, ante la tapa abierta de su motor reluciente y a la vista de sus pistones y válvulas engrasadas, baticinaban su presunta dolencia. Solo su amado amo sabía que se trataba de su magneto, seguramente incapaz de prolongar su trabajo haciendo saltar la chispa de sus bujías. Y, a pesar de su paciente semblante, su amado conductor pensaba en las largas horas pasadas en el garaje preparándole para la singular ocasión de lucirlo y demostrar el coraje de su duro corazón de hierro…

Con su elegante traje azul, se quedó solo mientras sus compañeros del Rally desfilaban uno a uno a descansar para el día siguiente estar en conticiones para la excursión programada. Su amo ya había desistido ante la terquedad de su motor y su corazón, que se negaba a ponerse en marcha de nuevo! “Se hace querer, de vez en cuando suplica un poco de atención y mimos“. Y seguidamente llamó a un familiar suyo para que pasara a recogerlo con un remolque. Quizás había pasado un año desde que, su amo, lo había mantenido cerrado y a oscuras en el garaje. Tal vez echó en falta y necesitaba el incipiente sol de la ya cercana primavera del amor, para volver a lucir sus mejores galas y demostrar su valía y la energía de su enorme corazón de hierro! Porque, incluso los ancianos coches, ansían ver el azul del cielo haciedo brillar su reluciente carrocería y el poder de su corazón, mientras sus dueños los miran de reojo con amor, lealtad y orgullo…

Y, un año más, debió entrar en el garaje para ser arreglado y mimado por su amo, como él quería. Ese año quizás no corrió la prueba como otros años, pero sin duda obtuvo los cuidados de quien tuvo y tiene la paciencia y el valor de quererle, a pesar de los años que cargan sus espaldas… pero ya sin reproches, pues era un amor verdadero y silencioso! Y es que sabía que el amor, por incondicional, eterno y pasional que fuera, también necesita de vez en cuando mimos y sentirse en la piel de quien ama y anhela sentirse amado! Aunque, sin duda alguna, ellos permanecerán siempre juntos y leales a ese amor verdadero que siempre saca lo mejor de ambos…

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