Revista Literatura

Rorschach

Publicado el 27 septiembre 2010 por Zeuxis
RORSCHACH
Todo un cadáver exquisito

Placa uno: tierra
Algún día tu rostro de Nohmen endiablado
se quemará hasta dar a luz un insecto hoja embrujado.
Mi lengua servirá entonces para que los ojos de los neuróticos se desorbiten
atarrayados en el harén aborigen del ángel envejecido al que temen.
Placa dos: oración

No me agotará la zeuxidia puesta como prendedor en el lamento
ni el ruego-mantis que figuren los dos moáis de tu aliento.
Te juro que dejaré a la muerte sin tabique
y con los astrágalos de Dios jugaré a la taba.
Por entre un riachuelo de hormigas labraré el afilado almanaque.
Te juro que romperé el sello y seremos libres antes del alba.
Placa tres: patafísica

Mi muchachita, no te asustes de la sonrisa guasona del trueno
ni del corbatín de payaso aleteando en la sangre como un funámbulo;
el útero de Lilith preñado por el viento dará a luz un Absalón acéfalo
y No tendremos que temer por teñir al cielo con nuestro sudor alabastrino.
Placa cuatro: memoria

Descansa, el dragón abrirá los ojos a la madrugada.
Tenemos el tiempo de los muertos para probar nuestras escápulas.
Hada:
nada
acaracolada
hasta atrapar las olas en tu sueño.
No estarán para siempre, apresadas en el corpiño de la noche, tus crepitantes alas.
Placa cinco: espejismo

Un murciélago se ha detenido en el aire a contemplar el crepúsculo
Mientras debajo de tus párpados, un boomerang puebla de ragnaröks el universo.
Será preciso esculpir gárgolas desplumadas en cada panteón devastado por tu beso
o poner querubines leyendo el epitafio al pie del marmolillo.
Placa seis: infierno

Amor, nos buscarán con su pito para carcomernos el alma...
Pero tranquila, escaparemos sobre cangrejos cazuelas!
Una jauría de osos hormigueros se lanzarán, detrás, en una persecución marítima.
Si lloras lo suficiente quizá los ahoguemos como si tus lágrimas fuesen apagavelas.
Placa siete: amanecer

Todo esto sucederá en el insomnio, justo antes del brindis:
Tu máscara se quebrará como un navío suicida
y el fauno con su cuerno de unicornio anunciará el véspero de la noche;
yo estaré quizás perdido entre tu arrullo como un Moisés mimado entre los juncos.
Placa ocho: vigilia
Colgados de tu árbol-cuerpo los camaleones morirán de tedio
y la calavera de un cabro, nos despertara al abrirse el botón de orquídea de tus piernas.
Placa nueve: el cielo.
Vamos amor,
giremos el reloj de arena
hasta que el buey resuelle la niebla bermeja
y podamos, sin tener los élitros blandos,
arrojarnos por fin fuera de la noche.
Placa Diez: el amor
No temas amor. Si nos falla el aquelarre
ten en cuenta que podremos
apretar este poema entre las manos
como quizás siempre lo han logrado los amantes.
El inmenso colibrí cantará de nuevo
sobre la tumba de Eloisa y Abelardo
y un dios entre las letras
nos mirará asombrado para siempre
como un tótem de amor
o como todo un cadáver exquisito.

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