La rodocrosita es la piedra nacional argentina por tradición ya que no existe decisión gubernamental alguna en tal sentido, pero la leyenda de origen diaguita le ha otorgado dicho carácter así como su vínculo con el amor apasionado y eterno que perdura aún después de la muerte. Los diaguitas, indios bravos que habitaban el noroeste de Argentina y el norte de Chile, resistieron con el mismo tesón tanto la invasión del Inca como la conquista de los españoles que arribaron en el siglo XVI al continente americano.
Los incas eran politeístas y su cosmología compleja enfrentaba opuestos no antagónicos vinculados a la Naturaleza: Sol y Luna eran deidades primordiales. Las acilas, sacerdotisas cuya belleza determinaba su ingreso al Acilahuasi en el que eran consagradas al culto a Inti, el Sol, eran reclutadas a temprana edad para su iniciación a cargo de las mamaconas; tal elección era considerada un privilegio sólo al alcance de la nobleza, por cuanto la educación que recibían era muy superior al aprendizaje de las mujeres del pueblo llano y constituía una garantía de matrimonio con un noble al alcanzar la juventud. Con una condición sine qua non: mantenerse castas hasta que llegara el momento bajo apercibimiento de una condena a muerte por inanición.
El Acilahuasi se encontraba vedado a los ojos profanos por cuanto era el lugar en el que año tras año el Sol fecundaba a la Luna, determinando de esta manera la fertilidad de la Tierra y el éxito de las cosechas; también era el sitio en que se ungía al heredero del Inca y, en consecuencia, territorio sagrado.
Tupac Canqui era un guerrero joven e intrépido que desafió la prohibición e ingresó al templo, prendándose inmediatamente de la belleza de Ñusta, una de las sacerdotisas, quien le correspondió aún a sabiendas del destino que le aguardaba. El amor entre ambos no tardó en fructificar y huyeron hacia el sur para resguardarse y proteger al niño que crecía en el vientre de su madre; así llegaron a Pipando, actual provincia de Catamarca, Argentina, donde se asentaron y tuvieron hijos que dieron origen al pueblo diaguita.
El Inca no olvidó el pecado de los amantes y envió guerreros a perseguirlos a lo largo y a lo ancho del Tahuantinsuyo, pero el Destino es benévolo en algunas ocasiones y no fueron habidos; sin embargo, no pudieron retornar jamás a sus lugares de origen por cuanto la sentencia de muerte dictada por el iracundo soberano era irrevocable. Con los años Ñusta falleció y Tupac Canqui la enterró en la cumbre de la montaña, pero la tristeza lo fue consumiendo y al poco tiempo siguió sus pasos.
El chasqui andalgalá, correo y mensajero del imperio, arriaba una manada de vicuñas cuando descubrió casualmente la tumba en la montaña: en ese momento el sol reverberó en todo su esplendor iluminando con fulgor sanguíneo la piedra que crecía sobre el túmulo mortuorio. Uno de esos pétalos de color rosado intenso fue tomado por el chasqui que emprendió el largo camino hacia el centro del imperio con el pedrusco en señal de ofrenda al soberano Inca, quien lo recibió emocionado como símbolo de perdón a los rebeldes que habían muerto por defender su amor.
A partir de entonces las princesas del Tahuantinsuyo lucieron en sus cuellos amuletos de rodocrosita, llamada en el antiguo imperio Rosa del Inca, como emblema de reconciliación, perdón y amor eterno. La rodocrosita arribó a mis manos e inspiró este post como obsequio navideño gracias a la generosidad de Ayelén.
Día de spa
Actualmente los spa ofician en las ciudades como centros terapéuticos y de entrenamiento físico, ya que es posible utilizar piscinas para actividades gimnásticas en el agua, hidromasajes, yacuzzis y los diferentes baños de vapor para desintoxicar y purificar la piel: sauna, turco, finlandés y chorros de agua a alta temperatura a fin de descontracturar y masajear espaldas y cuellos tensos.
Por iniciativa de mi hijo, que repartió sendos obsequios a mi madre, a mi hermana y a mí la pasada Navidad consistentes en un día de tratamientos en el céntrico Open Spa, disfruté de una tarde sumergida en aguas tibias y vapores inclementes, con alguna pausa para hidratar y nutrir el cuerpo con una reparadora ensalada de frutas.
Los beneficios se computan tanto a corto como a largo plazo: piel brillante y limpia, distensión de músculos contracturados y un saludable cansancio que desploma el cuerpo físico y lo sumerge en el sueño reparador. He retornado seducida por el efecto experimentado con el correr de los días: una evidente disminución del estrés cotidiano, que ha impulsado la decisión de incorporar la rutina del spa con frecuencia regular.
Testeos sanadores
El aroma puede jugar un rol trascendental o bien resultar meramente complementario, también en orden a la preferencia del usuario. En mi caso, prefiero que la sensación se conjugue con la fragancia en una conjunción amable, que a través del olfato perpetúe el carácter sanador de los principios activos que integran cada compuesto.
Universo Garden Angels ha integrado el extracto de aloe vera con esencias florales y vitaminas para obtener una loción altamente hidratante y revitalizadora de la superficie corporal, que además resulta ideal para refrescar y sanar zonas castigadas por el sol en los meses de verano. Si el perfume del aloe vera resulta fresco en demasía, se puede recurrir al clásico aroma de la rosa maridado con la suntuosidad de la crema corporal Lovely Rose, de la misma marca.