Revista Literatura
Ruleta rusa
Publicado el 15 abril 2013 por RaulaqImagen robada de Google
Dedicado a @dndeividsa Así nos veremos dentro de poco.
Suenan las seis de la mañana en el despertador de la mesilla. Se levanta con los ojos aun pegados por el sueño; entra en el baño para echar la primera meada del día y lavarse la cara. Tras tomar un café solo, sin azúcar, vuelve a la habitación y se viste. Es lunes de lo que se le antoja será una semana larga y el tráfico de la ciudad tampoco quiere darle una tregua. Entra en la oficina; es la cuarta vez que llega tarde este mes, y la mirada de reprobación del jefe de departamento le hace saber que está jugando con fuego. Pasa la mañana entre los papeles de su mesa, las miradas furtivas al escote de su compañera de enfrente y algún que otro café de la máquina, excusa perfecta para estirar las piernas. A las doce en punto, suena el teléfono. Es la secretaria del departamento de recursos humanos. – ¿Señor Martín? – Y sin esperar respuesta continua: –Vaya ahora mismo al despacho del director. Su voz suena impersonal, como la de una máquina expendedora de tabaco. <<Su tabaco, gracias>> Se levanta pesarosamente de su asiento; se siente igual que si tres “skin head” le hubiesen dado una paliza con palos y cadenas. Lama a la puerta del despacho de aquel hombre, que en sus diez años de trabajar para él, no ha visto nunca. Tiene fama de borracho, jugador y mujeriego. Una voz desde el interior le dice que pase. Un hombre gordo sentado en un sillón de cuero negro tras una mesa de caoba le mira fijamente a los ojos. – Siéntese, señor Martín. – dice con una sonrisa que no sabría diferenciar si es sincera o irónica. – ¿Sabe por qué le echo llamar, verdad? Asiente con la cabeza mientras traga saliva. Le sudan las manos y nota como el estómago quiere salir por su boca. – ¿A usted le gusta jugar? – La pregunta le coge por sorpresa. –No sé, nunca he jugado a nada. –Como ya sabrá, la empresa no está pasando por sus mejores momentos y necesitamos… ¿cómo lo diría? ¿Hacer recortes? Bueno, el caso es que tengo que prescindir de alguien, y los dados me ha dicho que debe ser usted, pero no quiero que nos deje sin darle una oportunidad. ¿Le gusta jugar? No entiende nada, si iba a ser despedido a que viene tanta pregunta sobre si le gusta jugar. Por lo tanto se queda callado. El director abre un cajón y de él saca algo de deposita sobre sus piernas. –El juego es muy sencillo, si usted gana, seguirá trabajando para nosotros. – ¿Y si pierdo? –Bueno, digamos… que me ahorro pagarle el finiquito. – ¿En qué consiste el juego? El director vuelve abrir el cajón y saca tres balas del calibre 38 y las pone encima de la mesa. A Martín se le para dos segundos el corazón, para luego bombear a más velocidad que un redoble de tambor. Está tentado de levantarse de la silla, pero el miedo le mantiene paralizado. El hombre gordo recoge el artefacto que antes deposito sobre sus piernas; en un revolver Smith & Weeson 625. Mete las tres balas al azar en el tambor, le da varias vueltas y se lo entrega a Martín con una sonrisa. Martín lo agarra decidido; hay una hipoteca que pagar. Da una vuelta más al tambor y aprieta el cañón contra su sien derecha, mientras el director con las manos cruzadas bajo su barbilla, y con una sonrisa de oreja a oreja le dice: <<Recuerde, solo tiene una oportunidad>>