Era huérfana, ya no. He digerido la orfandad entre la multitud.
Era obrera, ya no. Hay trabajos que se pueden hacer por placer, con facilidad, sin sacrificio; no por ello son menos serios.
Era un espíritu escondido, ya no. Los ángeles que cavaban mi tumba tiraron la pala a un lado y se dieron por vencidos.
Era una biblioteca quemada, ya no. Todas y cada una de las hojas tienen copia de seguridad en alguna parte del cerebelo o de la hipófisis.
Era una amargada, ya no. Con desesperación quería que tú leyeras lo que te dedico, para comprobar que mi voz existe en alguna parte; porque estaba sorda de un ojo y no podía escuchar mis propias palabras.
Era un rompecabezas que nunca se terminaba, ya no. La pieza que falta se ha ahora es una lámina satinada a todo color.
Era un verso repetido hasta lo absurdo, ya no. Sigue uno nuevo después y luego otro y luego 500 más.
Era un teclado con la tracción mecánica estropeada. Ya no. nO; Asdfasdfasdfasdf
Era un pozo sin fondo, ya no. Ahora son 139 metros y 68 metros y 15 de eslora y manga por hombro.
Era las 22.22 y las 7 de la mañana y el enjambre rojo, ya no. En el desfiladero del tamaño de un pie de cabra no importa el color de las horas.
Era el rizo destemplado y la curva en paralelo, el rizo caliente y el alisado japonés que no hace falta, el trazo de color negro que nunca funciona en el ojo. Ya no. Ahora qué importa.
Era el lienzo realista en 3D -como los de Trigueros- y la realidad plana en dos dimensiones, ya no. Ahora todo son 9 y 13 dimensiones.
Era libre para nada, con los pies en el cemento.
Ahora ya no.