Revista Talentos

Rumiando de madrugada

Publicado el 18 enero 2014 por Perropuka

Rumiando de madrugadaDicen que hay que escribir con sentimiento. Nunca he entendido demasiado eso pero por lo pronto escribo esto sintiendo un dolor de muelas hijo de la gran puta. Esta tan aguda la cosa que me he levantado de la cama porque ya no aguanto las punzadas arteras. He probado a apretar diente contra diente para ejercer presión y siento algo de alivio pero cansa al rato. He apoyado el lado dolorido de la cara contra el colchón pero tampoco se puede aguantar mucho. Tengo la mejilla derecha inflamada y algo de adormecimiento local. Me miro en el espejo y parezco un Rocky apaleado aunque sin moretones. Un paisano diría que hasta me asemejo a un cocalero a punto de soltar un verde escupitajo. Son así de amables cuando vienen a abonar nuestra ciudad. 
Como habrán podido figurarse soy de esos tipos a la antigua. Nunca voy al médico a menos que el dolor sea inaguantable y persista. Tengo un sano record: jamás he pisado un hospital en calidad de paciente. Será que tengo una salud de hierro o mucha suerte. Llevo una alimentación relativamente equilibrada y un tren de vida alejada de los excesos. Ni grandes farras ni grandes comilonas. La sobriedad es mi filosofía de vida. Eso no significa que me este privando de deleitarme con los placeres de la vida. Soy omnívoro, incluyendo la lectura. Eso sí, no fumo ni por si acaso, no porque aseguren que es cancerígeno sino que nunca le he pillado la gracia al asunto. Además fumar es antideportivo: es penoso ver a un tipo jadeando a pocos minutos de correr tras un balón. 
Beber tiene su lado gustoso. Jugar a la chimenea no tiene chiste, eso de que tranquiliza o calienta el cuerpo será más bien psicológico. La psicología es uno de esos inventos modernos intrascendentes, o de escaso valor real, a mi parecer. Como si no bastara que el mundo esté cada vez más lleno de hipocondriacos, ahora es hasta saludable enfermarse del alma, valga la contradicción. Los estudiosos, a toda acción humana le hallan una motivación inconsciente o una explicación refleja. El neurótico de Freud ha hecho mucho daño más allá de sus aportes y descubrimientos. Todo el mundo piensa en falos al ver objetos puntiagudos y cualquier cerro cónico se asocia con tetas. Los criminales ya no actúan por maldad sino por pulsiones primarias, dicen. Hasta los berrinches de los niños tienen una connotación sexual. El mundo está demasiado acomplejado, coño.
Decía que no he pisado los gabinetes médicos, salvo el taller de los inefables dentistas. Me han taladrado tanto con sus brocas del demonio que de solo escuchar ese terrible chirrido castañean mis dientes. La naturaleza quiso que no tuviera una sonrisa de anuncio Colgate. He pasado demasiadas horas a merced de los ortodoncistas que me tenían en jaque con sus ligaduras para corregir la dentadura. Me han sacado algunos dientes porque estaban apiñados. Me han cubierto de resinas y demás materiales para combatir la caries. Y me han tenido demasiado con la boca abierta que a veces daban ganas de escupirles en la cara, ¿acaso no se enteran de que abrir la quijada cansa rápidamente? Me hice tratar sin anestesia para apresurar el tratamiento, claro, yo muy valiente. A veces profundizaban tanto que sentía como una aguja entrando en carne viva. He pasado demasiados días con los dientes adoloridos y sensibles por los periódicos ajustes que hacían a las clavijas, como si tensaran cuerdas de una guitarra. 
Olvidaba decir que he usado hasta placas para ampliar el ancho del techo de la mandíbula superior. Lo mío era cosa muy defectuosa, incluyendo una mordida desigual. Afortunadamente ahora las mandíbulas coinciden bastante bien. Me han tenido por lo menos tres años con el tratamiento que al final me he cansado. Algunos dientes no han terminado de alinearse pero me he resignado. He mandado a la mierda todo. Eso fue hace diez años. Nunca más he visitado un consultorio a pesar de los grandes avances en la materia. Lo único que hice fue ir de vez en cuando al sillón de algún dentista amigo para que me hiciera limpieza y profilaxis. 
Todo iba bien hasta estos días, que he empezado a sentir una ligera molestia en uno de los molares. La tapadura me la hicieron tan al borde que luego de varios años se ha desprendido una pequeña parte del diente. Tomé unos cuantos analgésicos y vino la calma. Luego en la madrugada desperté con la puñetera inflamación de la encía y parte de la cara. Escribo con dolor a modo de paliativo y distracción hasta que el Ibuprofeno haga su efecto. Me sale como escritura automática, sin ser delirante, sin querer emular a los surrealistas que estaban colgados hasta las trancas de alcohol y drogas. Aunque a veces pienso que todo ese movimiento fue una gran mamada. He leído reseñas literarias diciendo que tal autor “escribe con el hígado”, o que alguno “escribe con las tripas”. Me antojaré afirmar que estoy “escribiendo con los dientes”, sin que parezca rabioso, corajudo, ni nada. Es el puto dolor que me impulsa y, por tanto, espero que esto no parezca que haya sido escrito como con el culo. Como he visto a artistas conceptuales pintando con las nalgas, literalmente. Si esto ha salido una mamarrachada, es el dolor…el dolor…que me hace ver las tinieblas.

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