Runner sin aliento

Corría a una velocidad exageradamente rápida, que incluso le hacía ver el paisaje difuminadamente. Miraba con gesto preocupado hacia atrás continuamente, y a medida que iba pasando el tiempo podía percibir su agitada respiración. Su frente, mientras tanto palpitaba el poco aire que gestionaba sus pulmones, por la cual chorreaba gotas de sudor. Tenía la ropa bien empapada en él, y aún así seguía corriendo. No tenía ni idea de cuándo parar, ya no sabía si seguía corriendo por placer o dolor y, precisamente, eran las dos únicas opciones por las que se sentía vivo.
No había nadie por el camino, absolutamente nadie a quien pudiese pedir ayuda en caso de auxilio. Se sentía solo, internamente. Se hacía la misma pregunta en repetidas ocasiones, por qué corres entonces. ¿Por qué no corres si todo es un bucle lleno de sufrimiento? Corría, jadeaba, y sentía las ganas de devolver todo lo que había comido hasta el momento pero, en ningún momento se llegó a plantear dejar lo que estaba haciendo. Al fin y al cabo, es más importante llegar el primero que ser el más rápido.
Pasaron los días, meses e incluso algún que otro año, y la realidad era más que similiar. Sin embargo, ésta vez, era él quien azotaba al viento con una sonrisa en la cara de no haber hecho caso a quien en su tiempo, quiso que abandonase. Hoy, es quien se siente mejor que nunca.
El miedo es quien posee las dos caras de la moneda, y sólo tú eliges la respuesta. Sea placer o dolor, no tengas miedo a lo que pueda suceder, vive.