El sábado, en otro intento de esquivar la lluvia, me acerque hasta Burgos para pasar el día, recorrer la ciudad y tirar alguna foto. Al ir sin prisas, elegí utilizar la ya clásica N623, que nos lleva desde Santander a Burgos, pasando por el famoso puerto del Escudo.
Lo bueno de estas carreteras, aparte de la diversión de en la conducción y la diversidad en el paisaje, es el poder desviarnos en cualquier momento, para visitar los pueblos colindantes.
En mi caso, al pasar el cartel de Pesquera de Ebro, pensé que sería una buena idea el volver a visitar el mirador del cañon del Ebro, y darme una vuelta por Pesquera.
El cañon del Ebro es un paso tallado por el río de mismo nombre, sobre el macizo calizo de Las Loras. Que en sus zonas más profundas, puede llegar a sobrepasar los 200 metros de profundidad. Antes de llegar a Pesquera, un cartel nos informa de un mirador, bien acondicionado para el visitante.
Las vistas desde este punto son impresionantes. Un espectáculo de colores otoñales vemos serpentear el río entre los muros de roca caliza. Para los amantes de las rutas, recomiendo cualquiera de las que recorren el cañon, por ejemplo saliendo desde Valdelateja.
A escasos minutos en coche, llegamos a Pesquera de Ebro.
Pesquera tiene un privilegiado emplazamiento, en un ensanche del propio cañon. Sorprende en su primera visita la buena conservación del conjunto urbano, lleno de palacios y casonas. Es además, uno de los pueblos con mayor densidad de escudos nobiliarios. La mayor parte del siglo XVII y XVIII
Dejamos atrás Pesquera, y continuamos rumbo a Burgos. No sin antes hacer una parada obligada en Sotopalacios y comprar unas morcillas y chorizo de la zona. En el camino, dejamos sin visitar esta vez, otros lugares con encanto como Orbaneja o Valdelateja.
>> Visita la entrada : La catedral, Burgos