Sabado
Un día estás en tu casa, es sábado, verano, esperás el sábado para salir en chancletas al patio. Esperás que tu perro dé vueltas a la sillita plástica mientras te tomás un mate, vos mirás la nada y estás atento a escuchar al churrero. Con el mate engañás un poquito el estómago, remediás el olvidarte de comprar alguna galletita de agua para desayunar o el hecho de que comas sin pan, no recordando que el pan de hoy es tostada de mañana. Pero no te alcanza, necesitás al churrero para tirar hasta el mediodía, mediodía en que vas a atacar cualquier cosa que haya quedado, terminado tu almuerzo recalentado vas a hacer una siesta con algún partido del ascenso de fondo.Es tu sábado pero algo está mal, el churrero no viene y tanto mate Amagás con agarrar uno de los cuatro puchos que te quedan, los puchos que tenés repartidos estratégicamente para necesitar salir a comprar después de la siesta, cuando vas a ir con el envase de cerveza a lo de la vieja sin dientes que nunca tiene cambio pero tiene birra fresca y un paquete de fritas. Te estás yendo demasiado lejos, ese pucho no lo tocás porque si fumás habiendo tomando mate nada más las cosas se van a poner feas y no te olvidas que estás solo, que la flaca se volvió a lo de los viejos hace como dos meses cuando te dijo que eras un pelotudo.
te empieza a marear.
El pensamiento de ponerte un pantaloncito y caminar al chino va creciendo, pero sabés que es un problema porque vas a tener que ir al cajero que está a diez cuadras o gastarte esos $25 que te alcanzan para los puchos y la fresca de la tarde, después de eso si vas a hacer esas diez cuadras, comprarte una pilcha más o menos para salir a tomar algo a la noche, aunque no tenés muy claro si sólo o con quien, pero necesitás salir. El chino no te fía como el churrero, el chino es muy garca. Desistís del chino, pero ponés un límite, si en diez minutos no viene el tipo le mangueas a la vecina, la modernita, que encima es linda y en una de esas quiere salir con vos. A la mina la tenés escuchada, tiene linda sonrisa, pantalones finitos, el pelo enrulado y corazones por todos lados. Te acordás que sos tímido pero esa barrera desaparece con el hambre y el mareo. El perro te mea la pared resquebrajada de yeso, lo puteas. Oralsone la puta que te parió, le gritás.
Van ocho minutos, medio resignado ponés música, punk rock porque te hacés el rebelde. Además pensás que si la modernita escucha se puede dar charla y ahí le podés contar del pelo largo, las razzias y Rícky Espinosa. Te ponés los pantaloncitos pero descartás la remera de Racing que ya está que da lástima, te ponés una remera que tiene la cara de Mulder, quedás noventoso y cool. Te refregas los ojos y te tiras el pelo para arriba para no tener tanta cara de muerto. Te metes una mentita en la boca y salís a la casa de la modernita.
No te acordás si se llama Greta o Rita, optás por vecina. También decidís que le vas a pedir un algo para desayunar, si ahí sale una sonrisa sacás lo mejor tuyo que es la labia porque con las cejas que la gallega te legó no ganás por pinta. Llegás a la puerta, ella sale con un pantaloncito corto y una remera que le queda holgada pero corta, se le ven los hombros flacos y si te esforzas un poco se le transparenta el corpiño. Tiene los ojos grandes y te sonríe con la sonrisa que tiene al lado del lunar. Pedís el algo, ella sonríe y te dice que te trae. Te convida churros, los agarrás y cuando vas a empezar con el chamuyo para hoy a la noche, más convencido que nunca por esos breteles y las piernas chuecas, levantás la vista, aparece una bicicleta con un canasto, ella besa al morocho. Vos largás un muchas gracias y te vas no sin antes saludar al churrero.
Te habías ilusionado, pero sabés que tu vida es así y volvés a la sillita. Seguís con tu plan de sábado, tu perro le pasó la lengua a la bombilla cuando te fuiste, no te importa. Tenes los churros y todo sigue tal cual lo planeaste.