Es peligroso que sepamos tan poco de algo que tiene tanta influencia en nuestras vidas. ¿O acaso sabes cómo se crea el dinero? ¿Crees que el dinero lo crean los gobiernos imprimiendo billetes? Aunque en parte sí, es en un porcentaje tan pequeño que resulta despreciable.
Es imposible entender la crisis o filosofar sobre las posibles soluciones sin entender cómo se crea el dinero. Aun así me sorprendería mucho que más del 1% de los que viven de hablar de la crisis supieran responder correctamente a la pregunta que titula este artículo.
“Lo que distingue al hombre de los otros animales son las preocupaciones financieras.”
- Jules Renard (1864-1910), escritor francés.
Lo cierto es que el 95% del dinero en circulación es virtual, no tiene un equivalente en papel, oro o cualquier otro metal. Esto es así porque el dinero se crea cada vez que se concede un crédito.
Esta idea parece confusa porque es diferente a lo que la mayoría hemos creído o intuído siempre, pero en realidad es muy simple. Para entenderlo sólo hay que conocer cómo hemos llegado hasta este punto:
Historia del dinero
- Trueque (hasta el 3000 a. C.): el problema de intercambiar unos bienes por otros es que es imposible valorar objetivamente los productos o servicios intercambiados, por eso, alrededor del año 3000 a.C. aparecen en Mesopotamia las primeras monedas.
“El dinero es cualquier cosa que los miembros de una comunidad están dispuestos a aceptar como pago de bienes, servicios o deudas.”
- Dinero commodity (desde el 3000 a.C.): para solucionar los problemas del trueque, en distintas partes del mundo se desarrollaron unidades con un valor estandarizado. A lo largo de la historia son muchos los objetos que se han utilizado como divisa: conchas, plumas, sal, chocolate, … hasta la posterior utilización de oro, plata y cobre en monedas alrededor del 650 a. C.
“El dinero es un estándar de valor. Una cantidad que se considera un equivalente justo por algo más.”
Con la popularización del metal como estándar de intercambio comercial (las monedas), los artesanos del oro (los orfebres) ganaron mucha importancia. El oro con el que trabajan es cada vez más valioso, lo que les lleva a instalar cajas fuertes en sus talleres.
Con el tiempo la gente empieza a pedirle al orfebre que les alquile su caja fuerte. Nace así una versión prematura de los bancos, en la que éstos cobran por guardar el dinero de otra gente.
Cada vez que alguien le da el dinero al orfebre para guardarlo en su caja fuerte, éste le devuelve un documento que refleja la cantidad depositada. Aparecen los billetes.
- Papel moneda (desde el siglo XVII): cuando alquilar una caja fuerte se convierte en algo común, visitar al orfebre a diario se hace demasiado pesado. Así que la gente empieza a utilizar los documentos emitidos por el orfebre como elemento de intercambio. En lugar de pagar 3 kilos de carne con 1 moneda de plata, el comprador paga con el documento que atestigua que posee 1 moneda de plata en la caja fuerte del orfebre. Aparece el papel moneda, es el siglo XVII y estamos en Europa (en realidad en China usan el papel moneda desde algunos siglos antes).
“El dinero es una declaración de lo que se debe por los bienes o servicios prestados.”
El papel moneda se hace tan habitual que el orfebre se da cuenta de que es poco probable que todos sus clientes saquen todo su oro a la vez. Así pues, puede “alquilarlo” (prestarlo) con muy poco riesgo, a cambio de un interés.
En pocos años los orfebres amasan grandes fortunas y la gente sospecha de lo que está ocurriendo con su oro. Para que no cunda el pánico, el orfebre explica cuál es la fuente de sus beneficios y propone repartirlos entre sus clientes, que aceptan encantados.
Nace así la versión actual de los bancos, en la que los clientes reciben dinero por depositar su dinero en ellos. Los orfebres dejan de ser artesanos para convertirse en banqueros.
Con el paso del tiempo el papel moneda cobra tanto valor que la gente lo empieza a guardar en la caja fuerte y se olvidan de las transacciones en oro. Incluso las monedas de metales preciosos son sustituidas por equivalentes más baratos de producir, como monedas de cobre o plomo.
He aquí una grandiosa paradoja, semilla del sistema monetario actual: el orfebre tiene dinero duplicado.
Por un lado tiene el oro original y por otro el documento que atestigua el valor de este oro, documento que ya tiene tanto valor como el propio oro.
“El dinero es, intrínsecamente, inútil. Sólo es usado como medio de intercambio.”
Si la gente acepta universalmente un papel sin valor real como medio de intercambio comercial… ¿qué le impide al orfebre crear dinero de la nada y prestarlo? La respuesta es fácil de entender y difícil de aceptar: mientras la gente no se entere, nada.
En realidad la gente sí se acabará enterando, pero no inmediatamente, pues la creación de dinero de la nada conlleva dos problemas a largo plazo, el primero es la devaluación:
El modelo monetario actual, el ‘FIAT money’
La creación de mucho dinero a gran escala hace que la gente tenga más dinero. Que la gente tenga más dinero hace que la gente gaste más dinero. Que la gente gaste más dinero hace que ganar dinero sea más fácil. Qué ganar dinero sea más fácil hace que la gente le otorgue menos valor el dinero. Que la gente le otorgue menos valor al dinero hace que los precios suban. Si los precios suben a un ritmo mayor al que se crea el dinero el poder adquisitivo disminuye. Esto es lo que se conoce como inflación.
Sea como fuere, este problema no es algo que los banqueros ni gobernantes de entonces (ni los de ahora) tengan demasiado en cuenta. Así pues, los banqueros de entonces empezaron a prestar dinero que no tenían, y lo cierto es que durante un largo periodo la industria se desarrolla más rápido que nunca antes.
En China por ejemplo, que llevan años de adelanto respecto al resto del mundo, este método se usa desde el siglo XI, lo que hace prosperar a una velocidad exagerada a las dinastías Yuan y Ming.
Pero pasó el tiempo, los banqueros se enriquecieron demasiado, la gente se dio cuenta y la actividad se prohíbe… …hasta que el 15 de agosto de 1971, en una declaración de poco más de 4 minutos, el presidente estadounidense Richard Nixon cambia el rumbo de tu vida para siempre y sin tú saberlo.
Los años 60 todavía están en la memoria y la que se prometía como la “rápida” guerra de Vietnam ya lleva 16 años en marcha y sin vistas de finalizar pronto (duró casi 20 años, hasta 1975). Estados Unidos está tocado por el gasto militar, lleno de veteranos de guerra en contra de su propio país y de ciudadanos en contra de sus veteranos de guerra y también de su país.
Para colmo la gestión de Nixon no parece la mejor. Las materias primas y la gasolina llevan décadas subiendo y lo mismo ocurre con los impuestos. Eso por no hablar de los escándalos de corrupción. Unos nuevos “años 30″ se ciernen sobre el horizonte y la administración Nixon toma medidas radicales para evitarlo:
Entiendas inglés o no, lo que acabas de ver, es, muy posiblemente, de entre todos los discursos que se han hecho en la historia, el que más repercusión tiene sobre tu vida actual.
- Dinero FIAT o fiduciario (desde 1971): en 4 minutos y 6 segundos de puro populismo, Ricard Nixon acaba con el equivalente de oro que hasta entonces existía para el dinero en circulación. Las reglas del juego acaban de cambiar radicalmente a mitad del partida. El dinero pasa a denominarse dinero FIAT (también llamado dinero fiduciario o dinero de confianza).
A partir de este momento los bancos tienen libertad (con ciertos límites legales y bajo control) de conceder créditos de dinero que no tienen. En otras palabras, de crear dinero de la nada con cada préstamo que conceden. Es el 15 de agosto de 1971 y el dinero impreso acaba de perder su valor real.
A partir de ahora 5 dólares no equivalen a 5 dólares de oro. 5 dólares valen 5 dólares porque así lo aceptamos las demás personas del mundo. De ahí su nombre, dinero de confianza (o fiduciario).
“El dinero representaba valor, actualmente el dinero se crea como deuda.”
Con esta medida se pretende alcanzar la velocidad de desarrollo vivida siglos atrás. Y, de hecho, se consigue con mucho éxito.
Sin el crédito fácil hubiera sido imposible financiar ciertos proyectos y alcanzar el ritmo de fabricación y consumo que vivimos.
El valor y el precio son cosas distintas
Pero… ¿cómo va a ser posible que todo el mundo cancele sus deudas personales si el dinero que se presta no existe? Es decir, a primera vista no es posible que todos los que piden un préstamo ganen lo suficiente como para devolverlo, pues no existe suficiente dinero ahí fuera.
Sí que es posible, otorgando más préstamos. Se trata de un círculo vicioso en el que cuanto más se presta más necesario se hace que se preste a continuación, con lo que el gran monstruo de la deuda crece a un ritmo exponencial.
Por horrible que esto parezca en realidad no entraña un gran problema matemático. Mientras cada vez se concedan más préstamos y de mayor cuantía todos seguiremos viviendo felices en esta realidad virtual.
Pero no todo es de color de rosa. Hace un rato he dicho que la creación de dinero de la nada conlleva dos problemas a largo plazo, y que el primero de ellos es la devaluación e inflación. ¿Cuál es el segundo? La incapacidad de los inversores y empresarios para utilizar el dinero solicitado a través de los préstamos para crear algo de un valor equivalente al dinero concedido. Lo explicaré mejor:
El origen de la crisis
El problema no viene por la falta de dinero, ahora ya sabes lo fácil que es crear dinero. El problema es que no todos los que reciben dinero procedente de un crédito tienen la capacidad, el conocimiento o las ganas de producir.
Imagínate que te dan un crédito por 1000 euros, y ese crédito lo aprovechas para inventar un producto que ayuda a otro a ser más eficiente en su trabajo. O un gobierno lo invierte para iluminar una calle a la que llegan negocios que crean puestos de trabajo. O se utiliza para comercializar un nuevo coche que consume menos gasolina y por tanto los usuarios de ese coche gastan menos y así tienen más dinero para devolver sus deudas.
En todos esos casos el dinero está ayudando a ganar más, lo que eventualmente facilitará la devolución de créditos ya solicitados y fomentará la solicitud de nuevos créditos. En definitiva, se está creando un valor superior al del dinero prestado.
¿Pero qué ocurre cuando el dinero prestado produce un valor añadido inferior al del propio dinero o no produce ningún valor? Veamos un ejemplo.
Imagínate que un banco concede un crédito para que alguien que no trabaja, no tiene ingresos y tampoco tiene patrimonio, se construya una casa. Como la persona lo tiene tan chungo para conseguir el crédito, el banco le dice: “¡hey, no te preocupes!, si no pagas nos quedamos con la casa y en paz.”
Además, para colmo, en su avaricia, el responsable de conceder el crédito, que trabaja por comisión y se quiere anotar un tanto, valora la potencial vivienda algo por encima de su valor real. Con lo cual, ni aun si el banco se queda con la casa recuperaría la cantidad prestada.
Ahora imagínate que un préstamo en estas condiciones se lo dan no a una persona, sino a millones de ellas.
Ocurre lo previsto, y es que pasados unos años el banco tienen un montón de casas que no puede vender y el agujero de la deuda es más grande de lo que da tiempo a tapar. Hay un desfase demasiado grande entre el ritmo al que aumenta deuda y el ritmo al que se tapa el agujero de dicha deuda. Los periodistas y políticos lo han llamado burbuja inmobiliaria y es el punto donde nos volvemos a dar de bruces contra la cruel racionalidad de las matemáticas.
Y entonces, ¿qué se hace para frenar el crecimiento del agujero de deuda? Se corta el crédito, así nos asegurarnos de que todos esos que no son capaces de crear un valor mayor al dinero prestado no agrandan el agujero.
¿Qué ocurre? que como no se genera nuevo dinero no se puede tapar el agujero existente, al que periodistas y politicos llaman “activos tóxicos”.
El futuro que viene
Si se cierra del todo el grifo de los créditos el mundo se hunde. Y como bancos han demostrado estar incapacitados para valorar objetivamente los proyectos que solicitan crédito, los gobiernos deciden que los préstamos sólo se les darán a las únicas instituciones que consideran fiables: los propios gobiernos.
Si los gobiernos son lo suficientemente ágiles e inteligentes para crear valor a un ritmo tan alto que permita cubrir el agujero ya creado por los “activos tóxicos” y el que se crea con la concesión del crédito… perfecto, y si no… mal asunto.
Si por ejemplo lo invierten en la obtención de energía más barata, el fomento de PYMEs o el aumento de productividad (educación, I+D, transporte público)… ¡bien, se estará creando valor!
Y si lo gastan en levantar y rehacer aceras (Plan E), en financiar a organismos prescindibles (comunidades autónomas, patronal, sindicatos) o en derechos divinos (becas no ligadas al rendimiento académico, seguridad privada, intérpretes, dietas, viajes) habrán aumentado el agujero de deuda todavía más. Nos habrán hundido en el pozo de deuda un poquito más.
Críticas erróneas al sistema
¡Qué no salven a los bancos con mis impuestos!
Cuando un banco no tiene dinero para dar a la gente que lo solicita en cajero o ventanilla, cunde el pánico y la gente se amontona en la puerta cada día para sacar lo poco que puede. Es lo que se llama estampida bancaria.
Más pronto que tarde la situación se propaga a los demás bancos, que se verán obligados a cerrar para no quedarse sin liquidez. Es lo que se llama corralito.
Cuando la gente deja de utilizar los bancos, los créditos se detienen de golpe y porrazo y el sistema de creación de dinero se para en seco. El sistema se “colapsa”.
Para evitarlo, siempre existe un banco central (Banco Central Europeo), que ayuda a los bancos periféricos con inyecciones de liquidez. Es lo que se llama intervención.
Así que créeme, el sistema te gustará más o menos, pero salvar a los bancos con tus impuestos es lo que más te interesa. Por muy mafiosos que nos parezcan sus dueños.
¡Hagamos como en Islandia!
¿Qué han hecho en Islandia? En Islandia el gobierno dio orden a los bancos de asegurar todos los depósitos de todos sus clientes. Una vez asegurado el capital nacional comunicaron que no pagarían lo que debían a otros países (bonos, préstamos, deuda, etc.)
¿Parece bien, no? Pues no. Con esta medida, Islandia se ha auto-condenado a un ostracismo que durará décadas. Será difícil que cualquier inversor, empresa o fondo de inversión quiera volver a jugar en campo islandés, lo que a largo plazo supondrá un importante retraso entre su desarrollo y el del resto del mundo.
Segundo problema: eso es técnicamente imposible de hacer cuando compartes divisa con otros países.
Tercer problema: seguramente no exista otro país europeo con suficiente liquidez propia para asegurar los depósitos bancarios de toda su población.
¡Sigamos la doctrina del economista Keynes!
Keynes era un tipo con muy buenas intenciones que ha tenido una tremenda repercusión en los últimos años por culpa de este vídeo del profesor de economía de la Universidad Politécnica de Madrid, Julián Pavón: Muerte y resurrección de Keynes.
Una pena que ni el profesor Julian Pavón ni sus discípulos se han molestado en entrar en la Wikipedia para comprobar que John Maynard Keynes murió en 1946, 25 años antes del inicio del sistema fiduciario, y que por tanto, sus ideas no se pueden aplicar en un mundo que no trabaja con el estándar del oro.
¡Volvamos al estándar del oro!
A menos que estemos dispuestos a llevar lingotes por la calle estamos en las mismas. Desde el momento en que aceptemos algo sin valor real, como un billete, para representar algo con valor, volemos a tener el mismo problema (¿recuerdas los orfebres con dinero duplicado?).
Además, en caso de llevar los bolsillos llenos de oro, todo se pagaría en efectivo, con lo cual sería muy difícil recaudar impuestos, porque casi todo sería dinero negro.
Para colmo, el uso del oro (o cualquier materia de valor real) está muy sujeto a la corrupción. Controlar rigurosamente la cantidad de oro existente, la producción y la pureza de éste es imposible.
Por último, un sistema económico basado en un estándar material, de lo que sea, está necesariamente ligado a un lento crecimiento y un límite matemático.
Los 4 conceptos erróneos más comunes acerca de la economía
1. Por cada euro que existe, existe un euro de oro
Como ya se ha explicado, el oro ya no es un estándar de valor equivalente al dinero en circulación.
2. El banco hace negocio prestando el dinero que sus clientes le depositan
En realidad los bancos guardan muy poco líquido en su caja y cada vez que se nos presta algo se está creando dinero de la nada.
3. El dinero en circulación es todo el dinero que existe en el mundo
La mayor parte del dinero es virtual y se está creando en este mismo instante cada vez que alguien hace uso de su tarjeta de crédito. ¡¿Cuántas veces has creado dinero sin saberlo?!
4. Es mejor no endeudarse o pagar tus deudas
Aunque a nivel individual sí es así, si todo el mundo cancela sus deudas y deja de solicitar nuevos créditos, la industria y el comercio se detienen y todos nos arruinamos.
“Si no hubiera deudas no habría ningún dinero.”
- Marriner S. Eccles, ex-director y ex-gobernador de la Reserva Federal
Una crítica a valorar
El sistema es una mierda, ¡hay que cambiar el sistema!
El sistema no es perfecto, tiene algunos fallos innegables, atenta contra el sentido común y la inteligencia, y en algunos aspectos es demencial. Pero, ¿cuál es la alternativa?
Yo no la conozco ni he escuchado nunca acerca de ninguna que tenga sentido, lo que no quiere decir que eso sea motivo suficiente para que tengamos que vivir condenados a experimentar una crisis cíclica consecuencia de la imperfección del sistema.
¿El sistema es malo? Sí. ¿Conocemos uno mejor? No.
“Permítanme emitir y controlar el dinero de una nación y me dará igual quien haga sus leyes.”
- Mayer Rothschild Anselm, banquero.
La solución a la crisis: en la práctica
No existe una solución a la crisis. Las recetas de un ingrediente no existen, sino no se llamarían recetas.
Entendiendo cómo funciona el sistema monetario cabe esperar que con el paso del tiempo, mucho trabajo y esfuerzo, cambios de legislación, muchas decisiones acertadas y mucho adelgazamiento de los gastos políticos, de las empresas incompetentes y de los bancos avariciosos, las aguas vuelvan a su cauce.
La salida de la crisis no se producirá de un día a otro, de hecho, ¿cuál es el límite que determina si estamos dentro o fuera de la crisis?
Será un proceso largo y paulatino, y un buen día, casi sin darnos cuenta, habrán cambiado las noticias en los telediarios, la gente tendrá otra preocupación y unos cuantos volverá a conducir Porsches Cayenne y BMW. Después de unos años de fiesta todo volverá a explotar y vuelta a empezar… es un síntoma endémico de un sistema monetario fiduciario gestionado por seres humanos, imperfectos por naturaleza, nos guste más o nos guste menos.
Las variable más importante: el desempleo
El paro es un reflejo de todo lo demás y la única consecuencia tangible medible de la crisis. Mientras la tasa de desocupación sea alta, todo lo demás no puede funcionar. Para que la máquina de la economía funcione todos los engranajes tienen que estar bien engrasados, es decir, familias y PYMEs tienen que gastar y pedir créditos continuamente.
La segunda variable más importante: el déficit
Si cuando vuelva la fiesta de la riqueza volvemos a ver como los estados y las empresas no se privan de ningún lujo y a simple vista no se percibe que el valor generado con sus gastos sea mayor que el del propio gasto, la explosión de una nueva burbuja está a punto de ocurrir.
La solución a la crisis: en la teoría
No todas las críticas son injustificadas y sí que hay voces que saben de lo que hablan cuando abogan por un cambio en los patrones de consumo y que apuestan por el crecimiento sostenible.
Lo que defienden estas voces es un cambio importante en la forma en la que, los monos con ropa en los que nos hemos convertido, vivimos.
Consumir menos y no basar nuestra existencia en la acumulación de dinero y objetos solucionaría el problema de la necesidad de mantener un crecimiento industrial exponencial.
Por desgracia, el instinto de supervivencia al que estamos sometidos lo impide y por eso, la siguiente baza que juegan estas voces es la del crecimiento sostenible.
En contra de lo que muchos creen, el crecimiento sostenible nada tiene que ver con el uso que hagamos de los recursos naturales. El crecimiento sostenible simplemente significa que las empresas crezcan en base al beneficio producido por inversiones anteriores, es decir, sin ningún tipo de crédito.
Aunque bonito y deseable, también es idílico (a veces). Hay grandes proyectos, y muy beneficiosos para la humanidad, que jamás hubieran sido posibles sin financiación de algún tipo.
Existe en marcha una segunda crisis más grande
Y esa crisis es la de los recursos naturales disponibles. Gasolina, madera, metales, … elementos con los que nos hemos creado una dependencia vital y que son finitos.
Dejando a un lado el discurso ecológico; el sistema monetario fiduciario, que necesita de un crecimiento exponencial continuo, está predestinado a acabar con los recursos naturales en un plazo de tiempo relativamente corto.
“Sólo cuando el último árbol esté muerto, el último río contaminado y el último pez pescado, nos daremos cuenta de que el dinero no se come.” – Antiguo jefe indio
Esta sí que debería ser la gran crítica al sistema económico fiduciario y las pocas veces que se hace, se hace en términos ecológicos, cuando por desgracia es lo que menos nos debería preocupar, puesto que para cuando ocurra el desastre ecológico, la situación económica ya nos habrá asfixiado a todos.
Videografía
Jesús Huerta de Soto, catedrático de economía de la Universidad Rey Juan Carlos tiene una envidiable capacidad para sintetizar el funcionamiento del sistema económico: la crisis explicada en 30 minutos (vídeo).
El popular Leopoldo Abadía también es un estupendo ejemplo de alguien que entiende mucho mejor que cualquier político cómo funciona la economía, además de ser un excelente profesor: Los 36 consejos de Leopoldo Abadía (vídeo).
“Dinero = Deuda” es un precario documental que sin embargo explica muy bien el funcionamiento del sistema económico fiduciario: Documental “Dinero = Deuda” (vídeo).
“Simiocracia”, un mini-vídeo lleno de humor del dibujante español Aleix Saló, que explica la crisis manteniendo una rigurosidad mayor de lo que parece posible en un vídeo cómico: Simiocracia, de Aleix Saló (vídeo).
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Este post ¿Sabes cómo se hace el dinero? ¿Sabes que lo fabricas a diario? fue publicado originalmente en mongemalo.es.