Acerco mis labios al agua del borde de tu piel. Y cada vez que lo hago tu sabor es distinto, nuevo y de siempre. Hay veces que me sabes a deseo intranquilo y otras un “te quiero” susurrado se descuelga sereno en mis oídos. En ocasiones tu sabor es de urgencia, prisa, segundos que quieren ser primeros, minutos que nunca queremos que lleguen a ser horas, beso intensos, miradas a gritos. Y otras tienes el sabor pausado de un anochecer caluroso de verano, cuando quiero que cada momento no se vaya, que mis labios capturen cada gramo de tu piel y toda prueben. Pero siempre me sabes al agua de tu fuente, al roce de tus manos y tus ojos, a recuerdos, a placer, a luces encendidas en el bulevar de tu mirada. Siempre me sabes a ti, a cerca, a mio, a lo que conozco y quiero. Siempre me sabes a “por fin”, a “ya está”, a “para siempre”. Para siempre, porque cada vez que te pruebo tu sabor es distinto, nuevo… y el de siempre.