Salamanca es una de las ciudades más bonitas de España. Pasear por sus calles, en silencio, entre sus maravillas arquitectónicas, tiene una atmósfera especial. No sorprende que la Unesco la haya declarado Ciudad Patrimonio de la Humanidad. Pero más allá de la antigua Universidad y su rana, la Catedral, su Casa de las conchas o las mezclas de románico, renacimiento, gótico y plateresco también están sus tapas. Y es que Salamanca es una ciudad para tapear.
El tapeo charro tiene dos zonas muy diferenciadas, la calle Van Dyck y la zona de la Plaza Mayor. Y de esta segunda zona es de la que vamos a hablar. Al contrario que en otras ciudades los bares no están alineados en una calle o plaza, están diseminados por varias zonas que comprenden los soportales interiores de la Plaza Mayor, las zonas exteriores (Plaza del Corrillo, Poeta Iglesias, Concejo, etc.) y la Rua Mayor. Las tapas, como buena ciudad castellana, están a la orden del día en una extraña mezcla Pucelano-Leonesa: en algunos bares se llevaba el estilo de Valladolid, tapas de pago y en otros el de León, tapas gratis y además te dejan elegirla. El criterio era difícil de entender, algunos sitios con tapas sofisticadísimas las incluian en el precio; otros, con tapas más vulgares no lo hacían pero, además, te cobraban la bebida a precios desorbitados. De algunos bares salías con la sensación de ciudad barata (5€ dos consumiciones y tapa) y en otros te sentías timado aunque estos últimos eran los menos. También se está empezando a estilar mucho el concepto gastrobar, aquí se paga siempre el sobreprecio del diseño y la alta cocina pero en estos casos se entiende. Comentando por tipos.
Clásicos:
- Casa Paca, en la Plaza del Peso. En primer lugar por ser de los mejores (sino el mejor) que probamos. Elegante decoración, con camareros de toda la vida y muy concurrido. Por 4,6€ pudimos tomar una Coca-Cola con un rueda y dos tapas de huevo escalfado con pisto.
- La Covachuela, escondido en un lateral de la Plaza del Poeta Iglesias este pequeño bar es también un clásico al que fuimos a probar su farinato con huevo. El farinato es embutido típico hecho con manteca de cerdo, harina y anís de sabor peculiar. No le gusta a todo el mundo. Aquí la tapa también está incluida y por 2€ con cerveza (2,5€ si es con vino) te la sirven de lo que quieras
- La Viga, bajamos hasta él para probar otro plato clásico de la zona. La jeta. El bar está recomendado en todas las guías, por su jeta y por sus mejillones, pero la verdad es que no es para tanto. No nos pusieron tapa y de jeta pedimos media ración que con cerveza y vino salió por 7€.
- Churrasco, en la Rua Mayor. Una gran plancha donde pedir cualquier tapa de carne, panceta y todas incluidas. Evidentemente lleno de estudiantes y erasmus. Un mosto, un rueda y dos tostas, una de jamón y otra de solomillo a la plancha, solo 4,4€
- Comercio. Algo más alejado de la Plaza Mayor está este restaurante que lleva más de 15 años apareciendo en la guía trotamundos. Como bar es más pobre pero aún así apañado ya que la tapa es gratis y por 3,20€ pudimos tomar un agua, un rueda y croquetas.
- Las Torres. De toda la vida. De camareros educados, con pajarita. En plena Plaza Mayor guarda la esencia de los antiguos cafés. Pero caro. La tapa o era de pago o la bebida muy cara ya que nos calvaron, alegremente 6,60€ por un refresco, un vino y dos tapas de mejillones. Eso si, con una salsa espectacular.
- Novelty, esta cafetería tiene más de 100 años. También dentro de la Plaza es como un viejo café, tipo el Gijón de Madrid, con toque intelectual consistente en una estatua de Torrente Ballester sentada a una de las mesas. Se puede tapear, aunque nosotros fuimos a desayunar. Lo que tiene de elegante el local lo tienen de borde sus camareros. Pasaban de todo el mundo, la gente se tenía que levantar a pararles y se escuchaban quejas a nuestro alrededor. Cuando al fin, harto de esperar, fui a la barra a pedir recibí una bronca del camarero: si estaba en mesa tenía que pedir en mesa... total, para al final tomar el peor sandwich mixto de mi vida.
- Plus Ultra, otro clásico de la ciudad. Con su barra repleta de pinchos parece que el nombre viene de lo facha que es el dueño. Pudimos comprobarlo en persona, tras criticar un ratito a Zapatero con un grupo que estaba a nuestro lado se acercó a saludar a nuestro bebé y quejoso nos dijo: "que futuro le vamos a dejar a estos pobres". Luego, para colmo, las tapas nos las cobraron y por un trozo de bacalao, una tapa de huevo con gamba, ribera y refresco pagamos 7,30€.
- Bambú, el último clásico que probamos. Lo recordaba de mis anteriores viajes por su estilo y, sobretodo, por su parrillada de carne. El bar había cambiado, estaba modernizado y era mucho más frío e impersonal. Aún así decidimos comer la parrillada. Eso no había cambiado. Seguía tan espectacular como siempre: churrasco, costilla, panceta, chorizo y morcilla, aderezado con pimientos por 20€. Lo caro fue la bebida ya que nos cobraron 2,2€ por un Ribera y 2,60€ por una simple Coca-Cola.
Modernos:
- Plaza 23. En plena plaza mayor. Decoración moderna y una gran barra de pinchos, al estilo vasco. La tapa está incluida en el precio y por 4,6 pudimos degustar nuestra bebida con un pincho de mouse de bacon y un pastel de morcilla.
- Hidalgo, en la Plaza del Corrillo. El local no invitaba a entrar, por fuera parecía soso y era el más vacío de todos los soportales. Una vez dentro la cosa cambiaba, era una gastroteca, con un elegante restaurante al fondo y su barra donde un gran camarero te aconsejaba sobre una carta de tapas de varias páginas entre las que destacaban foies, cochifritos, carnes, etc. Había también una carta de champanes y una de ginebras. Nosotros nos decantamos por una tapa de morucha y una tosta de jamón con tomate, miel y cebolla caramelizada que con cerveza y vino salió por 10,10€.
- Montero. Es un clásico con carta moderna. Tranquilo y sosegado. Camarero con frac y pajarita incluso en la parte del bar. Comimos un par de MacMonteros, minihamburguesas de carne de kobe, que con cerveza y vino salio por 13€.
- Tapas 2.0. Fuimos la primera noche y estaba tan vacio que nos escamó y no entramos. Erramos. Al día siguiente estaba lleno. La carta tenía muchas y originales propuestas de la que nos decantamos por el Huevo a 66º con pisto y patatas paja y el Dumping de rabito ibérico (un guiso de rabo de cerdo). No llegó a 10€.
- Tablanca. Gastroteca de autor. El chef, Carlos Barco, ha puesto un bonito local, decorado en blancos, donde tapear en barra o en mesa. Con una cocina vista esto era un problema ya que el chef tiene un toque de mala leche que debería disimular. No se puede trabajar en una cristalera y estar continuamente riñendo a tus empleados, daba demasiado la nota. La comida buenísima, eso si: botón ibérico con vahinilla y humus y un salmorejo con naranja. Con bebidas, 10€.
Lo dicho, una ciudad de obligada visita. Nos hemos dejado muchos más bares como el mítico Cervantes y una zona entera por pisar, Van Dyck. Volveremos.