Revista Literatura

San Marcos

Publicado el 11 abril 2011 por Gasolinero

San Marcos era un judío de Jerusalén que acompañó a San Pablo y a su primo Bernabé a Antioquía en el primer viaje misionero de estos. Fue discípulo de San Pedro y escribió el segundo Evangelio canónico. Su símbolo es un león alado y su festividad se celebra el 25 de Abril. Es patrón de los abogados, notarios, artistas de vitrales, cautivos, de Egipto, de la república y ciudad de Venecia, contra la impenitencia y las picadas de insectos.

En muchos pueblos de La Mancha ese día la gente se va de merienda al campo, a atarle los pelos al diablo y a comerse el hornazo. Es una torta con un huevo cocido en medio y se lo has de cascar en la frente al que tengas más cerca. En Tomelloso este festejo se celebra en Pinilla.

En los lejanísimos días de la egebé, aconteció que nos fuimos a celebrar la festividad del mentado santo a Pinilla toda la clase, creo que en sexto curso. Tras los juegos propios: los palos de Madrid, el zapatín culín, saltar a la comba, etcétera y dar cuenta de la merienda, incluido el necesario hornazo, hubo que regresar a la ciudad. Cada cual se buscó los medios de regreso. Monarca y un servidor introdujimos en el aburrido acto de regresar a casa alguna variación para hacerla más divertida.

En la carretera que va a la ermita, en el lado izquierdo yendo hacia allá y pegado a la carretera, está el canal de desagüe de las cloacas de Tomelloso. Este canal está sin cubrir, actualmente el agua viene depurada, cuando ocurrieron los hechos que narro, aún no habían comenzado las obras de la depuradora.

Optamos por venirnos al pueblo por aquel lado de la carretera, caminando al lado del canal. El paseo resultaba igual de aburrido que el de nuestros compañeros, la única diferencia era que nosotros íbamos oliendo aquel hedor. Hasta que el genio de mi compañero le dio otra vuelta de tuerca  a la insulsa vuelta. Pensó que fuésemos corriendo por el borde del canal, de apenas un palmo. Él corría detrás de mí.  Al poco me sorprendió un grito desgarrado de mi compañero:

—¡¡¡Que voyyyyy!!!

Al girarme vi a mi condiscípulo dentro del caz, con el agua (por llamar a ese fluido de alguna manera) hasta la boca y con cientos de residuos sólidos y humanos flotándole alrededor.

Gimiome y rogome que le ayudara a salir de esa suerte de arenas movedizas, cosa que presto hice, apoyándome en el borde del canal y extendiendo la pierna para que se agarrase a ella, como había visto que en las películas de Tarzán hacían los exploradores cuando alguno caía en las terribles arenas, cosa que hizo y así pudo salir de aquella trampa. Agradeció mi compasión hacia él por no dejarle enterrado en mierda hasta la boca y al regreso,  el tramo que nos quedaba, lo realice a unos convenientes veinte pasos de separación del muchacho.

Fue el principio de una gran amistad.

www.youtube.com/watch?v=7TEBXk0XvMA


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