Revista Diario

San valentin se aprende a amar, no cuando encuentre a la persona perfecta, sino cuando aprenda a creer en la perfección de una persona imperfecta.

Publicado el 13 febrero 2011 por Iliaralia
San valentin se aprende a amar, no cuando encuentre a la persona perfecta, sino cuando aprenda a creer en la perfección de una persona imperfecta.         Escrito por Zhair       San valentin se aprende a amar, no cuando encuentre a la persona perfecta, sino cuando aprenda a creer en la perfección de una persona imperfecta.  
  El anhelo de amanecer contigoEnvueltos en la tarde, abstraídos, contemplando abrazados el ocaso del sol en su ofrenda de colores difuminados por el crepúsculo, cuando los rojos, azules, y grises, se mezclan como una acuarela de tonalidades pastel que se funden en el negro de la noche, llegando sigilosa tras la advertencia del lucero que divulga la serenidad que sobreviene, favorecida por farolillos que adornan el remanso del cielo.
El amanecer me devuelve, lánguidamente, la percepción de las figuras que la noche me negó pretendiendo celosamente mi mirada, mostrándome, presuntuosa, su oscuro manto moteado de brillantes. Pero el alba, para mi fortuna, quizá ese día anhelado, comience a iluminar poco a poco tu rostro, y te perciba apacible en mi cobijo, dormida en el sentimiento del amor sereno. ¿Qué sueño transitará en tu reposo? que el mío lo he vivido despierto al contemplarte.Zahir.- San valentin se aprende a amar, no cuando encuentre a la persona perfecta, sino cuando aprenda a creer en la perfección de una persona imperfecta.   El anhelo de amanecer contigoEnvueltos en la tarde, abstraídos, contemplando abrazados el ocaso del sol en su ofrenda de colores difuminados por el crepúsculo, cuando los rojos, azules, y grises, se mezclan como una acuarela de tonalidades pastel que se funden en el negro de la noche, llegando sigilosa tras la advertencia del lucero que divulga la serenidad que sobreviene, favorecida por farolillos que adornan el remanso del cielo.
El amanecer me devuelve, lánguidamente, la percepción de las figuras que la noche me negó pretendiendo celosamente mi mirada, mostrándome, presuntuosa, su oscuro manto moteado de brillantes. Pero el alba, para mi fortuna, quizá ese día anhelado, comience a iluminar poco a poco tu rostro, y te perciba apacible en mi cobijo, dormida en el sentimiento del amor sereno. ¿Qué sueño transitará en tu reposo? que el mío lo he vivido despierto al contemplarte.Zahir.-

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