Sans raison.

Publicado el 23 febrero 2013 por Evamric2012

Siempre hubo en mí, al menos, dos mujeres , una mujer desesperada y perpleja que siente que se está ahogando y otra que salta a la acción, como si fuera un escenario, disimulando sus verdaderas emociones porque ellas son la debilidad, la impotencia, la desesperación y presenta al mundo sólo una sonrisa, ímpetu, curiosidad, entusiasmo, interés. Anaïs Nin.
Siempre había llevado dentro de ella un duelo eterno. Incapaz de sentirse ni inmaduramente feliz ni maduramente satisfecha había cortado el cordón umbilical de esa etapa de la vida en la que estrepitosamente ves cómo se desconcha la pared, y que de no ser así, la arrancas con tus propios dientes. Martín Santos, embriagó sus ratitas neuronales experimentando su “no pensar”.Es esa etapa en la que quieres pintar el mundo de colores, y te devuelven arcoíris grisáceos con tintes ácidos en cada iris de tus pupilas hasta dilatarlas.Que entiendes que ya viviste, y que cada paso es un mimo sin palabras que sólo con gestos te hará bailar un último tango con tacones y falda corta.Instantes, donde el espacio, es ese ahí pantomímico en el que los títeres aúllan desarticuladas sombras en los hilos de un desmembrado sueño, y en el que la impotencia oculta bajo cada ciprés la angustia de una perpleja emoción llamada esperanza.¿Alguien será capaz de lapidar los sueños de antaño o la incredulidad presente?Cuando  siempre, jamás, nunca, nada, se tornan absurdos adverbios  de un tiempo juzgado, acabas por besar en la boca a ese dual espejo de una mujer, que con dos caras, quiere seguir morir viviendo, y que la dejen en paz enterrada en las páginas de ese libro abierto que no sabemos si acabaremos por terminar un día.Con un marca páginas se conforma, como parálisis o entre paréntesis de un tiempo que nunca será y ha sido.Ese tiempo necesario para saber si fuimos todos capaces de terminar todos y cada uno de nuestros libros, de nuestros arrebatos, de nuestros ímpetus, de nuestros sueños…O vernos reflejados en esa cinta fílmica en la que desayunaremos cierto día y con diamantes, frente al reflejo de nosotros mismos.