Santa Ana.
Publicado el 29 junio 2016 por RizosaUn olor, una ráfaga de brisa fresca que me revuelve el flequillo mientras contemplo la costa cualquier noche de verano desde un balcón. Una canción que me resulta familiar y que me remueve algo por dentro. Un escalofrío que me recorre la espina dorsal y me eriza la piel. Un flash que de pronto se me instala en el córtex, burlón, creando recuerdos (¿falsos?) y haciéndome sonreír como si aquello que de pronto estoy viviendo -sintiendo- tan sólo fuese el reflejo de otra vida anterior.En esos instantes en los que me pierdo entre realidades y el sentido de mi existencia se me antoja un poco más fascinante y misterioso, me gusta inspirar profundamente y dejarme llevar. A veces la sensación dura unos minutos antes de volver a lo mundano, al olor a humo y asfalto; otras, sólo un par de segundos. Pero me gusta disfrutarla mientras dura la magia: una vez, en alguna otra dimensión paralela, en este preciso lugar en el que mis rizos bailotean con el viento... fui feliz.
O quizá no sean reminiscencias de emociones pasadas, sino vientos que presagian la felicidad que está por llegar.