Porque nuestra historia fue una sátira. Una pieza teatral con tintes de humor negro y carente de argumento, que interpretamos en un treatrillo de guiñol con una burlesca luna de cartón piedra pendiendo de un hilo a punto de romperse. Fuimos marionetas que nos ceñimos, sin pestañear, a un guión de serie B, un copia y pega que un jocoso escritor en horas bajas y adicto al crack creyó parir en una noche de delirante insomnio.
Abril 2018