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Se busca rey en buen estado

Publicado el 14 octubre 2013 por Cayetano

Se busca rey en buen estado


Que nadie se asuste. No vamos a hablar de la sucesión del rey actual, aunque está el hombre algo averiado y cascado. Quizá otro día.
Hoy vamos simplemente a retroceder en nuestra historia hasta 1868.

Hasta el gorro estaban muchos de Isabel II, de sus amantes, de sus corrupciones y de no saber estar a la altura de las circunstancias.

Una crisis financiera y otra de subsistencia amenazaban a España.

El movimiento que la destronó y la expulsó del país agrupaba los descontentos del sector liberal, tanto progresistas como "unionistas". Gente como Prim, Topete, Serrano...

El movimiento revolucionario se identificaba normalmente con su duración: un sexenio. Así pues, se vino a llamar "el sexenio revolucionario o democrático". Desde septiembre de 1868 hasta el pronunciamiento de diciembre de 1874 abarca dicho periodo histórico.

Desde un punto de vista conceptual se trata de un ensayo de revolución liberal de corte democrático que intenta poner al día al país en sintonía con buena parte de los países europeos. Unionistas, progresistas, demócratas, monárquicos constitucionalistas, republicanos federalistas... Un mosaico de diferentes tendencias a los que habría que contentar o poner de acuerdo. Una empresa difícil.

La primera tarea era buscar un rey para el país que respetara las libertades y que no fuera Borbón.

A Espartero le quisieron hacer rey pero no quiso. Su lograda fama le había catapultado al sector nobiliario con esos títulos de "Duque de la Victoria" y "Conde de Luchana". El de "Príncipe de Vergara" se le concedería posteriormente. Sus triunfos militares principalmente contra los carlistas le habían hecho sumamente popular y merecedor de títulos, pero una cosa eran las distinciones y otra meterse en semejante berenjenal.

Así que le tocó a Prim lidiar con el encargo y buscar por las reales casas europeas.

Al final se le propuso el cargo a un hijo de Víctor Manuel II, a Amadeo de Saboya, a quien los españoles le conocerían mejor con el apelativo de "Macarronini I".

La elección de este rey le costó a Prim el pellejo. Se había hecho acreedor de todos los odios, tanto de republicanos como de borbónicos. Creo que de este asesinato sabía bastante el Duque de Montpensier, casado con la hermana de Isabel, y que tenía sus planes y no paró hasta emparentar -si bien, indirectamente- con la casa real.

Amadeo, a todo esto, viendo el follón que teníamos, duró poco y salió pitando, sin esperar al protocolo que había para casos de abdicación y refugiándose en la embajada italiana. "Siamo una gabbia di pazzi". España era para él "una jaula de locos".

Como falló la monarquía, la siguiente opción era la república. Así que fuimos a por ella.

Y fue un circo. En poco más de un año tuvimos cuatro presidentes y un gobierno provisional a cargo del general Serrano, tras el cuartelazo de Pavía.

Cuatro presidentes, cuatro: Figueras, Pi y Margall, Salmerón y Castelar, que tuvieron que hacer frente a un sinfín de problemas, como el movimiento cantonalista, la tercera guerra carlista y la guerra de Cuba.

Políticos de altura pero muy mala la época.

En los cantones la gente iba por libre y siguiendo la idea de "república independiente de mi casa", más que una federación de territorios, aquello parecían las polis griegas o los reinos Taifas, ciudades que se declaraban independientes de la noche a la mañana sin contar con nadie.

Así surgieron los cantones de Cartagena, Torrevieja, Córdoba, Salamanca... Algunas incluso hasta le declaraban la guerra al vecino (Granada contra Jaén, Sevilla contra Utrera) o acuñaban su propia moneda (Cartagena).

Hubo sublevaciones de importancia que fueron ahogadas a sangre y fuego.

Tiempos muy complicados para la estabilidad de un sistema político sumamente frágil.

El caso es que la ética personal de muchos políticos no estaba en entredicho.

Por ejemplo, se cuenta de Nicolás Salmerón que dimitió por negarse a firmar unas penas de muerte, dado que él moralmente era contrario a esa medida.

De Figueras se cuenta que, harto de las zancadillas de unos y otros, un buen día dijo en perfecto catalán: "Senyors, ja no puc més. Estic fins als collons de tots vostès!".

Y acto seguido pegó el portazo y se largó a París dejándolo todo.

Al final, para poner orden en este tremendo lío, el general Pavía dio el golpe y situó de forma provisional a Serrano.

Como la fórmula no cuajó, otro militar (y van...), cuyo nombre suena a veneno (*), se pronunció en Sagunto y restauró la monarquía en el hijo de Isabel, Alfonso XII, el "puigmolteco".

(*) Arsenio Martínez Campos.

Manifiesto del Cantón de Jumilla."La nación jumillana desea vivir en paz con todas las naciones vecinas y, sobre todo, con la nación murciana, su vecina; pero si la nación murciana, su vecina, se atreve a desconocer su autonomía y a traspasar sus fronteras, Jumilla se defenderá, como los héroes del Dos de Mayo, y triunfará en la demanda, resuelta completamente a llegar, en sus justísimos desquites, hasta Murcia, y a no dejar en Murcia piedra sobre piedra."


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