La vida se escapa entre los dedos
de quien no recuerda un tiempo
mejor que otro.
Se escapa de todo aquel
que no cierra los ojos cuando besa
por miedo a no querer salir de allí.
Se escapa de los días
de miradas grises,
de los madrugadores tristes
de los bailes sin pisadas firmes
de lo que nunca fue
y tenía que haber sido.
Se escapa de uno mismo
cuando pasan los años
sin tener recuerdos imborrables.
Se escapa de no querer escapar,
de que vueles con casco
de que te martirices en el sofá
con el aburrimiento
comiéndote por dentro.
Se escapa de que te escapes
de palparla, de acariciarla
de soñarla, de follártela sin boda.
Incluso yo me escapo
de que te escapes,
para que al menos
solo exista un cobarde.