Hace como un mes, como resultado de una analítica, se me descubrió una importante carencia de vitaminas y minerales, que daban como consecuencia una bajada de mi sistema inmunitario relevante por el que me fue prescrito un tratamiento, que tendría una duración de tres meses y que al finalizar, se me volvería a realizar un nuevo examen para comprobar que mis niveles habrían vuelto a la normalidad.
Sin embargo, apenas se había cumplido un mes de mi terapia, mi vida se me despistó por completo (como bien dice Dani Martín en su hermosa canción "Qué bonita la vida"), y se perdió mi cuerpo en una tremenda bajada de mis defensas, de la cual se aprovechó, una neumonía que me tuvo hospitalizada durante once días y que si eres un cómplice asiduo a este blog, te habrás percatado de mi ausencia que se ha alargado un poco más de lo que hubiera deseado, porque mi cuerpo aún precisa de muchos cuidados que le proporcionen la fuerza y el estado estable que todavía no posee físicamente.
Durante todo este tiempo, he tenido mucho tiempo para pensar y para comprobar, al estar totalmente dependiente de los cuidados del personal sanitario de lo afortunada que soy, de lo agraciada con que me ha tratado la vida, rodeándome de otros enfermos que me han enseñado mucho, especialmente una de mis compañeras de habitación, que en el poco tiempo que estuvimos juntas, la empatía y el cariño que surgió entre nosotras resultó extraordinario.
Me siento feliz por estar de nuevo en casa y muy contenta por sentirme nuevamente con "fuerzas" para seguir poco a poco con mi vida y disfrutar cada mañana de un nuevo amanecer, de cuidar de mi cuerpo y sentirme satisfecha por todo mi progreso día a día.
A veces, la vida "se nos despista y no nos deja ser", pero aún así ... ¡Qué bonita es la Vida! ¡Qué bonita es mi Vida!
Quiero agradecerte tu fidelidad y tu paciencia por saber esperar sin pedir ni exigir nada a cambio. Eres maravilloso. ¡Hay qué ver cómo me he rodeado de tanta buena gente! ¡Qué suerte tengo! Muchas gracias cómplice.