He lamentado mucho la explosión de ayer en el Hospital Materno Infantil de Cuajimalpa, en la Ciudad de México. Comentando sobre eso, expresaba mi pesar y repetía: "los bebés... los bebitos..." La persona con quien hablaba me dijo algo así como: "Bueno, y las mamás, todas las personas".
Cada vida humana es igual de valiosa. Recuerdo una vieja película sobre el Titanic, todavía en blanco y negro, en la que un joven se disfraza de mujer, tratando de escapar del "niños y mujeres primero". Una señora lo reconoce y se queda callada. Es un muchacho que quiere vivir.
Yo lo entiendo. Me queda claro que ayer había más adultos que bebés en el siniestro, e imagino la preocupación de sus familiares, la angustia de la mamá común si sabe que su hijo, de cuarenta o cincuenta años, estaba en el lugar donde ha habido una explosión. Pero no siento igual por todos. Pienso en los bebés y me enternezco de modo que siento más pena por su riesgo, su dolor o su muerte. No creo que sea porque estoy embarazada: nuestra cultura nos ha hecho eso, a la mayoría; al menos, a muchos.
Silvia Parque