¿Se vende?

Por: El Colimador

Cuando uno se encuentra en su casa convaleciente de una operación es capaz de dispararse cualquier metralla audiovisual para escapar del tedio que le impone la Televisión Cubana. Desde shows de basura al estilo de Caso Cerrado hasta películas de superamericanos como Los Vengadores de Silvester Stallone, todo es bienvenido.

Por ese motivo descubrir una película cubana dentro de un paquete pirata, de los que profusamente circulan de HDD externo a PC en mi querida Habana, es motivo de alegría y curiosidad. Aunque el cine cubano se encuentra a la baja desde hace ya unos cuantos años, un filme del patio siempre se agradece, más cuando llega de la mano de Jorge Perugorría, que entró con justicia en los íconos del celuloide nacional desde que dio vida a Diego en la memorable Fresa y Chocolate de Titón.

Sin embargo, como bien dice el refrán: Una cosa es con guitarra y otra con violín. No es lo mismo el Perugorría actor de Fresa y Chocolate y Lista de espera, dirigido magistralmente por Tomás Gutiérrez Alea y Juan Carlos Tabío, respectivamente, que este Perugorría ensayando ser director de cine en Se Vende.

Aunque confieso que me desternille de la risa con el diálogo inicial de la protagonista con su madre en el Cementerio de Colón durante el comienzo de la película, y me dije a mí mismo: “Aquí hay trigo”, con el pasar de los minutos quedé completamente decepcionado al descubrir que todo en Se vende es un infinito campo de cisaña. Escenas completas copiadas de La muerte de un burócrata, como la del encuentro del protagonista con el administrador del cementerio o la exhumación clandestina llevada a cabo por una cuadrilla de enterradores que parece sacada de un filme de Buñuel, hacen que el filme sea poco original y extemporáneo, tratando de avanzar por los trillos ya hechos, para al final quedar completamente perdido.

Pero lo que viene después es peor:

Aunque Perugorría declara en su página oficial que Se Vende “(…) es una comedia de humor negro escrita y dirigida por él, que dedica a sus maestros en el Cine, Tomás Gutiérrez Alea y Juan Carlos Tabío” , este filme está muy lejos de ser un homenaje, parece más bien una burla.

Tanto Titón como Tabío fueron genios a la hora de señalarnos nuestras incapacidades y mediocridades para que pudiéramos reírnos de ellas nosotros mismos. Títulos como La muerte de un burócrata, Los sobrevivientes, Plaff, Fresa y Chocolate, Guantanamera y hasta Lista de espera son ejemplos de este tino, de este descenso al absurdo sin renunciar a la elegancia que sólo pueden alcanzar los hombres geniales.

Se Vende, por el contrario, vende una idea completamente irreal de la sociedad cubana. Una cosa es parodiar para hacernos reflexionar sobre nuestros vicios y otra muy distinta hacernos parecer payasos insensibles y patéticos para que se rían de nosotros los amigos extranjeros de Jorge Perugorría. Porque este parece ser el objetivo de Se vende, vender más allá de nuestras fronteras la idea de que somos una nación decadente que ya no respeta ni a sus propios muertos.

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