Respiro, el abdomen se hincha y se deshincha.
El rio, el perro y la selva. ¿Peligros? Corro descalza.
Como y no cocino.
Ando, camino… no, no camino, sólo ando porque sí, porque quiero ir.
Voy a refrescarme al río, ¿Qué digo? Voy al rio y el agua es marrón pero está limpia. ¿Porqué un pero en esa frase? Porque marrón es sucio. Es un color solamente. Pero mezclado con la palabra adecuada es suciedad. Yo no tengo eso aprendido, para mí no es sucio, eso es tuyo y me lo pegaste. Es verdad, perdón. Empecemos.
Solo respiro.
Voy al rio que es marrón y caudaloso, como son aquí todos los ríos y como son los ríos para mí. Para ti no son así lo sé, porque la mayoría los has visto pintados de azul.
El agua está fría pero me gusta porque me quita la humedad, que raro que el agua precisamente se lleve la humedad. Raro para ti, no para mí que llevo toda la vida viéndolo. En fin que me meto en el río y no pienso en los peligros que puede haber y sé que tu sí lo haces. Te repito que estás dentro de mi cotidianeidad así que quédate conmigo. Ahora has sido tú. Pero sabía que estabas pensando en los peligros, ¿me equivoco? Pero no dije nada. Lo pusiste en mi pensamiento, al fin y al cabo no dejo de ser tú. No puedo desculturizarme. Entra al rio conmigo, sé yo, no pienses. Siente el agua fría rozando la piel, siente la velocidad de la corriente y el sol en tus párpados cerrados. Concéntrate en tu piel, en toda tu piel y en la planta del pie sintiendo el contacto de las piedras frías.
Salimos y nos secamos en una piedra, vamos poco a poco recuperando la temperatura corporal. No hay nada mejor que hacer. Esto es tuyo. ¿Por qué? Porque yo nunca diría que no tengo nada que hacer, para ti yo nunca estoy haciendo nada. Solo vivo.
Tena, en Ecuador. Foto: Sara Gordón
Publicado en MICROHISTORIAS