Revista Literatura

Segunda salida

Publicado el 01 febrero 2013 por Leon

- Recuérdame que desconfíe la próxima vez que me asegures que no te volveré a ver -.

- No te harán nada. Saben que nos relacionarían con el tiroteo. Prefieren que yo cargue con los muertos -.

- ¿No te parece que ya has llegado demasiado lejos? –

- No. He llegado a un punto en el que solo hay dos salidas: la que ellos quieren, o morir. Y yo prefiero la segunda, si mientras la alcanzo puedo encontrar al que me las ofrece -.

Del piso superior llegan ruidos de una pelea. Miguel y Rosa se miran en silencio, esposados en la bodega. Por la escalera baja a trompicones un hombre con sangre en la cara y las ropas roídas.

- Ve pensando una escusa a por qué falta dinero, Gaviota -.

El barman baja despacio, y empuja al Gaviota, que vuelve a caer hacia el suelo de las escaleras. Y, con su caída y estirando el pie, tira de la pierna del barman, desestabilizándole, provocándole caer y rodar escaleras abajo con toda su dimensión, pasando por encima del Gaviota, que se cubre la cabeza.

En un estruendo el barman se golpea contra el suelo de la bodega, y queda inconsciente.

- ¿Qué ha pasado? –

Preguntan desde arriba. El Gaviota mira desconfiado al barman, y después a Miguel, quien le susurra.

- Suéltame rápido, tiene las llaves en el bolsillo. Corre -.

- ¡Nada! – grita el Gaviota, imitando lo mejor que puede la voz del barman.

- ¿Seguro? –

El hombre baja despacio la escalera, y encuentra al barman y al Gaviota tumbados en el suelo, inmóviles. Avanza para observarlos, colocándose de espaldas a Miguel.

- Vaya Gavi, se te cayó un buen peso encima -.

Miguel se levanta rápidamente, coge su silla y la estrella en la cabeza del hombre, que cae al suelo. Miguel le clava la pata que aún conserva en la mano, en el cuello, con todas sus fuerzas, y el hombre se retuerce.

Le quita el arma y se acerca al barman. El Gaviota se levanta y corre hacia la escalera.

- Estamos en paz, tío -.

Miguel observa el arma, le quita el seguro, apunta a un pie del barman y dispara. Este vuelve en sí, y chilla con estruendo.

- ¿Dónde ha ido tu jefe, cerdo? –

El arma vuelve a disparar.

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