Seis cuentos - Dos autores

Publicado el 04 diciembre 2012 por Rafaelblancovazquez


GULA*, de Patricia Nasello
Hallé la lámina entre una pila de papeles que llevaba a la basura. Al principio, observar el trabajo que se había tomado el artista para dar ese aire etéreo a algo que no es más que un animal, me hizo gracia. Luego  me abrió el apetito. Burlar la seguridad del zoológico fue sencillo. Comencé a hincarle el diente en el primer rincón tranquilo que encontré, emitió unos pocos sonidos bajos y luego calló para siempre. Habría despachado poco más de un cuarto de su peso cuando el pozo de mi hambre, que a veces pienso sin fondo, se hallaba de momento satisfecho. Lo comprobé aquella noche, los cisnes no son mudos y su carne es exquisita.

PELIGROS DE LA CIUDAD (8), de Jordi Cebrián

El autobús se desvía de su trayecto habitual. Una viejecita sentada delante es la primera en notarlo. Un señor con una maleta y una chica de rasgos achinados avanzan también para interesarse. "Son órdenes", dice el conductor. "Nueva ruta".

Los pasajeros se agolpan en las ventanas y ven alejarse la ciudad. Dos hermanos se miran: llegarán tarde al colegio. Si alguien hace amago de protestar, algún pasajero lo retiene: "No vale la pena. Son órdenes".
Cuando paran ya no hay edificios, les rodea el desierto. Los pasajeros bajan, el autobús se aleja. Se sientan bajo el sol y esperan inútilmente.

TOMAR RIESGO, de Patricia Nasello
—Te vas a morir de hambre.
—Eso está por verse —responde el árbol a los pájaros de mal agüero que lo miran pasar.

EL PLACER DE LA CARNE, de Patricia Nasello
Descorre el cerrojo y se dirige al desfile. —Qué buen disfraz de leona —exclaman quienes pasan junto a ella. La noche de carnaval ya casi es día cuando, ahíta de hombres, regresa a su jaula y pone traba.

INTERPRETACIÓN, de Patricia Nasello
Me culpa por su ceguera y quiere matarme.
Descubrí el resentimiento y las intenciones que ocultaba ese ojo inútil porque el otro, que está sano, me permitió observarlo frente al espejo.


ELECCIONES, de Jordi Cebrián
Votamos entre los vecinos de escalera para elegir al próximo presidente. El del segundo afirmó haber ganado, pues la mayoría de pisos votaron por él. Pero el del tercero argumentaba que teniendo en cuenta los residentes de cada piso, las personas que confiaban en él eran más, así que se proclamó también vencedor. Las dos chicas del ático, que no habían votado, dijeron disentir del sistema y declararon su piso autogestionado. La viejecita del cuarto propuso ilegalizarlas y prohibirles usar el ascensor. Por el bien de la escalera, daré un golpe de mano y asumiré la presidencia por la fuerza.
* Lee Gula traducido al francés por Rafael Blanco Vázquez 
Bitácora de Patricia Nasello
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