Ya van seis meses sin ti, Charly, cabronazo. Se acaban de cumplir hace unos días.
Y tu falta se nota mucho, muchísimo.
Alguien dejó dicho que un amigo es un extraño ser que nos pregunta cómo estamos y se espera a oír la respuesta.
Yo sólo sé que en la vida no abundan los buenos amigos y que se tarda mucho en llegar a sentirlos como tal, por eso no es nada fácil cambiarlos, sustituirlos u olvidarlos.
Un amigo es alguien al que se elige para compartir el tiempo y al que se echa de menos cuando no está.
Y es que yo, Charly, todavía no sé qué hacer con ese vacío, con ese boquete negro y amargo que me dejaste. A veces entro en el Monterrey esperando verte aparecer de nuevo con el ducados ladeado en la sonrisa, pero acabo siempre solo y sentado en una mesa. Veo algo de Les Luthiers, leo una tira de Mafalda, recuerdo aquel final de "La Niebla" que tanto te había gustado, le echo un ojo a una reseña de algún título de Delibes, escucho una canción de Black Sabbath o Van Morrison... y allí siempre estás tú.
Y al final de alguna película pienso:
- Ésta seguro que le gustaba a Charly...
Se acabaron ya hace seis meses nuestros paseos kilométricos por Coruña, tus continuos juegos de ingenio y adivinanzas, las mañanas al sol en el portal de tu librería, tus sms, aquellos puzzles japoneses con dibujos que hacías, las hermosas tardes de cafés y charlas en el Monterrey(¡lo que nos reímos con el Tío Jaime de Pagafantas!)...
No sé, han pasado seis puñeteros meses y es cómo si algo se hubiera roto dentro de mi circuito que no lo sé reparar ni qué hacer con ello.
Ya nada es igual, todo es un poco peor ahora, sin ti.
Me gustaría decirte algo positivo, pero no se me ocurre nada. La verdad es que me siento más solo que cuando tú estabas y a veces todo me parece una puñetera mierda.
Te echo, te echamos, mucho de menos, Charly.
Que lo sepas, amigo, estés dónde estés. Te queremos. Siempre.
Luis.
Saludos de Luis.