Todos conocemos el tejido de Lino, una tela que usamos mucho en verano ya que es altamente transpirable, pero ¿ qué pasa con el resto de esta planta? ¿Se puede emplear para algo más que no sea para nuestra vestimenta?
Pues si el tallo nos regala un textil, las semillas nos regalan múltiples beneficios para nuestra salud. Conozcamos cuáles:
Las semillas de Lino o Linaza están compuestas mayoritariamente por aceites, pero de las buenas: ácidos grasos poliinsaturados oléicos (Omega 9), linoléicos (Omega 6) y alfa linolénicos (Omega 3), ayudando así a controlar el colesterol y también mejorando nuestro corazón.
Son ricas en fibras solubles e insolubles, lo que nos ayuda notablemente a combatir el estreñimiento, una patología cada vez más frecuente debido a la mala alimentación con carencia de fibra que llevamos hoy en día, por eso recuerdo la importancia de consumir cereales integrales, frutas y verduras a diario.
Gracias a sus propiedades antioxidantes actúan favorablemente en el aspecto de nuestra piel y retrasa su envejecimiento, debido también a su gran contenido en minerales y vitamina E.
No sólo nos ayudan a combatir el sobrepeso gracias a su buena fibra, sino que actúa contra el cáncer de colon, próstata y mamas, así que muchos deberíamos sumarlo a nuestra lista de la compra, que por cierto, las podemos encontrar en grandes superficies y en cualquier herbolario.
De estas semillas se obtienen el aceite de linaza y la harina de linaza, dos grandes desconocidas que deberíamos incluir en nuestra dieta alimenticia.
Para incluirlas en nuestra dieta sólo tenemos que añadírselas a nuestros yogures, sopas, cremas o las podríamos usar para decorar galletas, panes y bizcochos, estas últimas opciones son muy recomendables, ya que las semillas al hornearlas son más digestivas.
Como con cualquier producto, no debemos abusar de él, por ello se recomienda no tomar más de 2 cucharaditas al día.
Este producto está desaconsejado en mujeres embarazadas, ya que pudiera provocar malformaciones en el intestino del bebé.