Señora de rojo sobre fondo gris
Publicado el 15 marzo 2010 por Fernando
Nos bastaba con mirarnos y sabernos. Nada nos importaban los silencios. Estábamos juntos y era suficiente. Cuando ella se fue todavía lo vi más claro: aquellas sobremesas sin palabras, aquellas miradas sin proyecto, sin esperar grandes cosas de la vida eran sencillamente la felicidad. Yo buscaba en la cabeza temas de conversación que pudieran interesarla, pero me sucedía lo mismo que ante el lienzo en blanco: no se me ocurría nada. A mayor empeño, mayor ofuscación. Se lo expliqué una mañana que, como de costumbre, caminábamos cogidos de la mano: ¿Qué vamos a decirnos? Me siento feliz así, respondió ella.
Cuando ella se fue, todavía lo vi más claro: aquellas sobremesas sin palabra, aquellas miradas sin proyecto, sin esperar grandes cosas de la vida, eran sencillamente la felicidad.
La nuestra era una empresa de dos, uno producía y el otro administraba. Normal, ¿no? Ella nunca se sintió postergada por eso. Al contrario, le sobró habilidad para erigirse en cabeza sin derrocamiento previo. Declinaba la apariencia de autoridad, pero sabía ejercerla.
Miguel Delibes. Fragmentos de
Señora de rojo sobre fondo gris.
Imagen tomada del blog de Lula FortuneCuando estudiabas por obligación, conociste a un Delibes genial. El que perdurará en los tratados de literatura española.
Cuando leías ya por tu cuenta, descubriste
Señora de rojo sobre fondo gris. La vida y el amor tal como son de verdad. Tu vida y tu amor.
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