Sentados en la oscuridad

Esfuerzos a destiempo, excreciones involuntarias, sonrisas almidonadas.
Aún no tienen cuarenta, y ya sienten como de setenta.
La vida ha lanzado y acertado demasiadas flechas para su frágil interior.
Bolsillos llenos de aire y corazones muertos de hambre.
Enfadados con el tiempo que les quitó todo lo que amaban.
Lo que más necesitaban se evaporó, ya no existía.
La angustia, su perpetua compañera.
Un trabajoso caminar, arrastrando el peso de los ayeres propios y los de sus ancestros.
Lágrimas que humedecen el presente, duro pasado, y un abismal futuro.
Sentados en la oscuridad, sin poder ver que será de ellos a continuación.
Sin lugar en el que hallar refugio en un mundo de dolores.