Atrapados y sin salida
Hirientes ásperos en su pasaje
Escondidos y oscuros
Arañan las paredes internas
Y van dejando marcas.
Crujen duros de frío,
Bajo el infierno
De su misma sombra
Viven del oxigeno
De un amor que no olvida
Sólo sufre pero no agoniza
Y aún logra,
Percibir el brillo lejos
En su mirada más profunda
Donde el tormento de su propio llanto
Quemará la peor de las batallas
Con la sal que derramen
Abrumando cada sentimiento puro
Que liberados nacerán, Más tarde de un grito.