Pero bajando a la realidad, la única persona que puede darme un abrazo es mi familia y mi amor incondicional lo tiene mi cama en las mañanas…
Hay pequeñas cositas que me alegran los inviernos de mi alma y que me ayudan a no sentirme tan gris. Desde unos bizcochitos sorpresa en la facultad (Gracias Lau), hasta unos mates con edulcorante híper fríos y lavados, pero que son dados entre risas y susurros para que no nos reten en clase.
¡Haaaaaaay, que linda es la vida! Y no, no estoy drogada, o enamorada, o…o algo así. Nope, solamente es un buen día, lleno de felicidad y música. Me enamoro de mi carrera cada día más (aunque esté llena de exámenes), me rio a carcajadas en plena calle…intento enfocarme en los pequeños detalles, que se yo. Como cuando una persona sonríe porque recordaste cuál es su canción favorita, o porque regalaste picodulces a medio curso, o porque encontraste una nueva historia que te hizo suspirar, o porque tu hermana volvió de un viaje y te dio uno de esos abrazos enormes que te arreglan el alma.
Sea cual sea el motivo, estoy llena de positividad y ¡pobre de aquel que quiera pincharme el globo! Y perdón, pero estoy cansada de que la gente no me acepte, estoy cansada de pretender. Quiero estar contenta y no dar explicaciones…
Creo que tenemos que ser más auténticos y demostrarle al mundo que no nos importan esos comentarios horribles que algunos dicen a nuestras espaldas. Y esto les va a sonar como esos carteles motivacionales, pero es así: Eliminá de tu vida a las personas tóxicas. Vas a ver lo lindo que es el mundo cuando sus propias tormentas no te mojan.
¡Repartamos amor gente! Hay muchos corazones fríos por ahí, incluso en pleno verano…
Lu